Sobre la muy maltratada Cuba...

Plantear la dicotomía dictadura o democracia para arremeter contra países como Cuba, es un principio de acciòn muy zafio. Para empezar, porque la realidad cubana está atrofiada desde hace décadas por el bloqueo impuesto por los Estados Unidos, que desnaturalizó el proceso histórico de la isla al menos desde la revolución de 1959, por lo que cualquier acercamiento que no tenga en cuenta este hecho nace intoxicado; y para acabar, porque la democracia no es, ni por asomo, garantía de bienestar social en ningún lugar del mundo, como lo demuestran los mil y uno experimentos fallidos del planeta, con China retando desde el otro lado del sistema capitalista.

Optar por una Cuba "democratica" significa convertir la isla caribeña en un clon de la República Dominicana, Guatemala, Bolivia o cualquier otro país latinoamericano empobrecido, maltratado por sus élites y con un embudo como futuro, a pesar de que las urnas en todos estos países salgan a pasear de vez en cuando y sus elecciones se sometan a refrendo internacional. Eso es lo que la historia, de ahora y de siempre, nos enseña. Por lo demás, no es baladí lo que Cuba, con todas sus carencias impuestas, ha conseguido en materia de salud y educación. La isla, objetivamente, tiene pocos recursos económicos, por lo que las alternativas a su embarazo político y social deben ser observadas con doble lupa. Ciertamente, y con todas las reservas a la hora de apostar por un camino en concreto, Cuba tiene que oxigenarse. ¿Cómo? Es una buena pregunta, a la que habría que responder una vez que el embargo finalice. Nunca antes. Y desde luego, cabe hacer otra pregunta igual de importante. Cuando la avalancha capitalista-democrática ocurra, ¿quién se encargará de garantizar los avances sociales habidos en Cuba? El voto sin nutriente es, simplemente, una broma. Y convendría reflexionar en consecuencia.


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