Sobre la independencia de Cataluña...

La mayoría de los catalanes, según las últimas encuestas, piensan que el actual gobierno de izquierdas PSOE - Unidas Podemos no ha cambiado la perspectiva que existía desde el poder central hacia Cataluña. Con todos los peros, me parece un craso error. Me temo que la barretina y la sardana están imponiéndose en el noreste de España.

Los políticos catalanes presos por proclamar oficialmente la independencia desde las más altas instancias regionales, son de colores muy distintos. Siempre he creído que las penas que se les impusieron son desproporcionadas. Pero también considero que, salvo los Jordis (activistas civiles), los soberanistas encarcelados cometieron un delito muy grave conforme a las leyes que rigen en España; nos gusten o no, ese es otro tema.

¿Con cuántos años de cárcel se castiga ese pulso separatista, temerario, al Estado? Bien, ese es el asunto. O se acata la legislación vigente o no se acata. Y si no se acata, mejor salir pertrechados a la calle... así de simple. Si los catalanes están tan dispuestos a la independencia, pues que la busquen. Por todas las vías disponibles. Pero que no se escuden en el discurso democrático. Porque ese discurso no es autónomo; se remite a una Constitución que, insisto, nos parezca o no, es la que rige. Y su reforma pasa inevitablemente por el Parlamento supranacional.

El Estado español no va a permitir un referéndum de autodeterminación, ni en Cataluña ni en ninguna otra región peninsular. Porque tenemos la historia que tenemos, que es absolutamente decepcionante en muchos aspectos. Si hacemos el recuento de los daños, sin emociones, llegaremos a la conclusión de que somos un país fallido. Errado.

Así las cosas, suena infantil que las autoridades catalanas, con el inefable Quim Torra a la cabeza, perseveren en el tema de las urnas para definir su futuro. No sé cuál sea la vía de solución. Pero desde luego no es la que mantiene la Generalitat y el ínclito Carles Puigdemont desde su cómodo exilio. Ese camino sólo lleva al repudio mutuo, en un país como España más que acostumbrado al exterminio del adversario. Sea o no vecino.

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