¿Cuál es la talla de una sociedad?


Cuando se manejan estadísticas abultadas, el resultado suele ser engañoso, enmascarado. La renta per cápita constituye un buen ejemplo de esta práctica premeditada. Al servicio de la macroeconomía, se divide la riqueza de un país entre el conjunto de la población, sin entrar en ponderaciones, por lo que el ingreso promedio que figura en el titular no se corresponde ni remotamente con el poder adquisitivo de cada uno de los ciudadanos. Ya estén arriba o abajo.
Por ello, siempre procede relativizar, contextualizar. Cuando hablamos de la sociedad o del pueblo, ocurre lo mismo. Son conceptos que abarcan realidades múltiples, asimétricas, imposibles de englobar. Por ende, las generalizaciones en este terreno sólo tienen cabida en una mente sumisa; o interesada. En tiempos de pandemia, creo que hay que evitar más que nunca el encasillamiento genérico, las etiquetas fáciles. Los comportamientos no se pueden predecir con algoritmos. Ni siquiera el del coronavirus. Y de ahí que haya cientos de fórmulas matemáticas con resultados distintos; sencillamente, porque existen variables que no se dejan domar. En éste y otros casos no cabe clasificar la conducta de españoles, mexicanos o finlandeses sin más.... Hay demasiadas frecuencias en el dial de estos colectivos. Algunas estridentes, otras melodiosas y, la gran mayoría, inaudibles...

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