No basta con exhumar los restos de Franco
El Gobierno de Pedro Sánchez se decantó finalmente por exhumar los restos de Francisco Franco para que sus familiares se hagan cargo
de los mismos. Y es una decisión oportuna, aunque tardía. Porque no procede que un dictador de su calaña esté presidiendo desde su tumba de
Estado un panteón como el Valle de los Caídos, levantado a golpe de maza por presos
republicanos para glorificar la victoria de su verdugo en la Guerra Civil.
En definitiva, un
largo etcétera de agravios que convierten a la memoria histórica en una de las
grandes asignaturas pendientes de la democracia española y que una vez más
balconea una transición que se vendió a los cuatro vientos como modélica y que
en realidad no lo fue.
Naciones Unidas y organizaciones como Amnistía Internacional
han denunciado una y otra vez la anomalía; pero el derechista Partido Popular y
el Partido Socialista Obrero Español que se han turnado en el poder,
mantuvieron durante décadas un pacto tácito para no remover el pasado en aras
de una reconciliación ficticia, porque todavía no hay verdad ni justicia en lo
que respecta a las consecuencias de la Guerra Civil provocada por el golpe de
Estado militar que derivó después en la dictadura franquista y sus mil acogotamientos.
Argentina, Chile, o Alemania, por citar tres ejemplos,
ajustaron cuentas con su biografía nazi-fascista; España, no.
Por todo ello, la exhumación de los restos de Franco es
necesaria; pero a todas luces insuficiente.
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