¿Alguien puede enorgullecerse de esta España?

La España devota de Frascuelo y de María a la que se refería Antonio Machado, ha decidido unilateralmente que este 12 de octubre se convierta en el día del orgullo patrio. Y yo me pregunto: ¿cuáles son los motivos para sentirse orgulloso de ser español? Por más que busco y rebusco en el baúl de la historia, me cuesta encontrarlos.

Pertenezco a un país que nunca acabó de cuajar buenamente, con una biografía repleta de apagones, manotazos autoritarios y periodos dictatoriales, en el que las castas se han perpetuado en el poder y en el que pueblo llano siempre estuvo expuesto a la intemperie; un país con una cruenta guerra civil a las espaldas, con miles de desaparecidos y represaliados republicanos que todavía hoy yacen en fosas comunes, sin que los vencedores de la contienda que ellos mismos provocaron hayan rendido jamás cuenta alguna; un país deprimido por los recortes y el desempleo mayúsculo, prácticamente endémico, con la precariedad laboral arreciando mientras el número de millonarios se multiplica y la banca sigue lucrando con la usura; un país que se dice aconfesional, pero en el que la Iglesia católica, fundamentalmente reaccionaria, goza de sonados privilegios; un país de países que se resiste a serlo, enemistado como está con los símbolos comunes más elementales; un país con la clase política y empresarial tocada, muy tocada por la corrupción, con muchos ciudadanos mirando hacia otro lado, cuando no legitimando la vileza con sus votos; un país con decenas de miles de desahuciados por impago de hipoteca, donde los menesterosos nunca protestan masivamente en las calles; un país con una educación en declive y una sanidad pública que no logra escapar de la privatización; un país con pensiones y salarios mínimos de vergüenza; un país con una de las derechas más rancias y fanfarronas de Europa; un país con una policía cada vez más blindada, que siempre lleva las de ganar; un país de nostalgias imperiales que no acaba de encontrar acomodo en la corrala internacional…

Y creo que me quedo corto en el recuento de los daños.

Cierto que en los últimos años se han cosechado éxitos en materia de libertades y prosperidad; pero resultan insuficientes entre tanto extravío acumulado durante siglos.

Por todo ello, no me puedo sentir orgulloso de ser español; más bien soy un español desganado, incómodo, reñido con su entorno. Como tantos otros que conozco.

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