México necesita una catarsis urgente

La degradación en México no tiene sólo tintes políticos, económicos, o vinculados a la violencia generada por los cárteles de la droga; también existe un alarmante deterioro social que se manifiesta en la perpetración de agresiones descomunales por parte de la delincuencia común, que actúa sin la menor consideración hacia sus víctimas.
Acaba de ocurrir en la carretera que une Ciudad de México con Puebla, con el asesinato de un crío y la violación de la madre y la hija, antes de que los atacantes robaran el vehículo en el que viajaban.
La corrupción instalada en el ámbito policial y al conchabamiento de muchos agentes con los criminales, dificultan la persecución de los ilícitos y abona el escenario para que los agresores operen con total impunidad.
Evidentemente, las desigualdades sociales y la situación de pobreza en la que viven millones de mexicanos, alimenta todo tipo de revanchismos, incluido el que apunta a las clases acomodadas que muchas veces sufren una pasmosa bestialidad como consecuencia de los asaltos, la mayoría de ellos a mano armada.
Ante este escenario particularmente preocupante urge una depuración a fondo de las fuerzas de seguridad, acompañada de una dignificación del cuerpo y de una más efectiva contención del crimen, algo esto último que se puede conseguir con relativa facilidad dada la actual incompetencia policial generada en demasiadas ocasiones por el compadreo de los agentes con la delincuencia más desatada.

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