El engañoso descenso del paro en España

Las estadísticas oficiales señalan que España cerró el mes de abril con un descenso histórico de los desempleados que en el último recuento suman más de 3 millones 500 mil, una cifra en cualquier caso gravosa y que esconde verdades ingratas.
Por supuesto, el dato es celebrado a bombo y platillo por el gobierno de Mariano Rajoy que promete tiempos idílicos si este país de países no se aparta de la austeridad presupuestaria que afecta especialmente a los sectores vulnerables, que se han multiplicado en los últimos diez años como consecuencia de la crisis económica y los sucesivos planes de choque.
La radiografía detallada del mercado laboral es muy distinta, y mucho peor que la que se desprende de los números que sitúan ahora el desempleo en el 17. 5 por ciento aproximadamente.
Para empezar, porque la mayoría de los puestos de trabajo que se crean en España son temporales, malamente retribuidos y, por descontado, no suelen responder casi nunca a las expectativas del contratado.
Pero además de la precariedad laboral, las estadísticas solapan el hecho de que el desempleo se ha vuelto endémico en la mitad sur del país (Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha, Murcia y Comunidad valenciana), donde se registran tasas de paro cercanas o superiores al 20 por ciento y que no muestran síntomas de recuperación alguna.
No hay motivo pues para la algarabía y sí para reflexionar sobre la desmejorada realidad de España que, ante la falta de anticuerpos, arroja índices de subdesarrollo y carcoma social cada vez más preocupantes.

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