La vigencia en España del modelo franquista
Totalmente de acuerdo con Vicenç Navarro cuando denuncia la
pervivencia de una cultura franquista en el Estado español como consecuencia de
una transición contaminada, que se pactó en desigualdad de condiciones con los
herederos de la dictadura, más que imperfecta pues. La sentencia de cárcel a
Cassandra Vera por humillar a las víctimas del terrorismo al bromear en twitter
sobre la muerte del almirante Carrero Blanco, pone en evidencia que una parte
significativa de la judicatura española y del establishment consideran como
hecho punible no sólo los atentados perpetrados en democracia, sino cualquier
acción anterior que se llevara a cabo contra una de las dictaduras más feroces del
siglo XX. Lejos de ser una víctima, el delfín de Franco que feneció como consecuencia
del bombazo de ETA era uno de los más firmes puntales de un régimen opresor,
que ejerció el terror durante décadas y contra el que cualquier levantamiento,
violento o no, estaba más que justificado. Como dice Navarro en el artículo que
me permito reproducir en este blog a propósito del final de Carrero Blanco:
"Fue, por lo tanto, una medida moral y justa que se atentara exitosamente
en contra de una figura responsable de tanta brutalidad. Todas las
sensibilidades morales admiten el derecho de rebelión, sea o no armada, frente
a un régimen dictatorial que oprime a la población civil. Léanse la Declaración
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y lo verán".
La pervivencia de la cultura franquista en el Estado español
y en los medios de información: El caso Cassandra
Vicenç Navarro (Público)
En los últimos días han ocurrido unos hechos que muestran la
pervivencia de la cultura franquista en la sociedad española, incluyendo el
Estado y sus distintas ramas, entre ellas la judicial, así como en los mayores
medios de información. Veamos los datos.
Hace unos días se dictó una sentencia condenando a la Sra.
Cassandra Vera a un año de cárcel y siete de inhabilitación absoluta por haber
tuiteado chistes sobre el atentado que terminó con la vida del almirante
Carrero Blanco, presidente del gobierno en el Estado liderado por el General
Franco. Tal condena fue dictada por la Audiencia Nacional, al considerar que
tales tuits presentaban “una actitud irrespetuosa y humillante (hacia el
almirante Carrero Blanco) que encaja dentro del delito de humillación a las
víctimas (del terrorismo)”, considerando a tal personaje como víctima de un
acto terrorista. Tengo que admitir que tuve que leer esta sentencia más de una
vez, pues me era difícil comprender y aceptar lo que estaba leyendo.
En tal dictamen se considera como víctima al presidente de
una de las dictaduras más sangrientas y represivas que ha habido en Europa.
Según el profesor Malefakis de la Universidad de Columbia (Nueva York), experto
en fascismo europeo, por cada asesinato político que cometió el régimen
liderado por el dictador fascista italiano Mussolini, el régimen liderado por
Franco, del cual el almirante Carrero Blanco era su máxima autoridad después
del propio general, cometió 10.000 (tal cifra no incluye a las personas muertas
en el conflicto bélico). El almirante Carrero Blanco fue figura clave en un
régimen responsable de las enormes atrocidades cometidas bajo su mandato. En
realidad, tal régimen gobernó a base de atemorizar a la población, siendo el
terror parte de su estrategia para mantenerse en el poder. Fue un régimen
dictatorial que hizo amplio uso de acciones terroristas que merecieron la
denuncia no solo de las Naciones Unidas, sino de muchísimas organizaciones
internacionales en defensa de los derechos humanos. Los datos muestran que fue
uno de los regímenes dictatoriales más represivos y sangrientos que hayan
existido en Europa, y fue el Estado que asesinó a más españoles, quedando
todavía ahora más de 120.000 personas asesinadas que siguen desaparecidas, sin
conocerse su paradero. En términos proporcionales, solo Camboya superó a España
en el número de asesinados políticos desaparecidos. Fue, por lo tanto, una
medida moral y justa que se atentara exitosamente en contra de una figura
responsable de tanta brutalidad. Todas las sensibilidades morales admiten el
derecho de rebelión, sea o no armada, frente a un régimen dictatorial que oprime
a la población civil. Léanse la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas y lo verán.
Alcanza, pues, el extremo de insensibilidad democrática que
la muerte de este personaje sea presentada por la Audiencia Nacional del Estado
español como un acto “terrorista” y a él como “víctima del terrorismo”, siendo
tal supuesta víctima una de las responsables de uno de los Estados
dictatoriales más terroristas que hayan existido en Europa. Era predecible que
dicho acto se definiera como terrorista por parte del régimen dictatorial.
Ahora bien, es una aberración que muestra la continuidad de la cultura
dominante de aquel régimen en el Estado español que tal eliminación física del
presidente del gobierno de aquella dictadura sangrienta se presente ahora
también por el Estado español como un acto terrorista, de la misma manera que
lo definió la dictadura franquista.
Los grandes déficits en la cultura democrática del Estado
español.
En realidad, en cualquier país con cultura democrática, tal
asesinato sería presentado como un acto loable y noble para eliminar al
dictador y a sus secuaces, siendo probablemente sus autores homenajeados como
héroes por las autoridades del sistema democrático. Así ocurrió en otros países
que fueron gobernados por partidos nazis o fascistas, antes de que fueran
liberados y se les permitiera vivir en democracia. Sería impensable que alguien
que hubiera intentado asesinar a Hitler o a Mussolini fuera considerado un
terrorista, y que los dictadores que hubieran sido asesinados fueran
considerados víctimas del terrorismo. En España, sin embargo, la transición de
la dictadura a la democracia no significó una ruptura, lo que implicó que se
continúe reproduciendo y promoviendo una cultura que está basada en los valores
e incluso narrativa del régimen anterior, diferenciando a España del resto de
la Europa occidental. Lean lo que escriben la prensa europea y norteamericana
sobre la decisión de la Audiencia Nacional, y sentirán la indignación y
vergüenza que tal sentencia y tal narrativa deberían generar en España.
La cultura franquista perdura en amplios sectores del
sistema judicial
En realidad, los jueces o fiscales que hubieran actuado en
Alemania como lo ha hecho la Audiencia Nacional, habrían sido sancionados por
el cuerpo judicial y, probablemente, expulsados de él, para extirpar este tipo
de pensamiento del cuerpo judicial. Hoy está totalmente prohibido en Alemania
ensalzar el nazismo o la figura de Hitler o sus secuaces. Definir el atentado
al dictador o a sus colaboradores como un acto terrorista está prohibido en
Alemania, No en la España actual. El sistema judicial no ha reconocido todavía
hoy, tras casi cuarenta años de democracia, a las víctimas del régimen
dictatorial terrorista imperante en España durante otros casi cuarenta años. En
realidad, el sistema judicial español, salvo contadísimas excepciones, no ha
exigido un homenaje y reparación a las víctimas del régimen dictatorial,
víctimas que permanecen en cunetas, olvidadas y deshonradas. ¿Qué autoridad
moral se tiene para hablar de defensa de las víctimas del terrorismo, cuando se
ha estado callado durante tanto tiempo sobre las víctimas del terrorismo
franquista?
¿Qué es terrorismo? Lo que es terrorismo en un contexto no
lo es en otro.
Otro ejemplo de la pervivencia del franquismo es asumir que
el asesinato fue terrorismo, aduciendo como prueba que fue realizado por una
organización, ETA, definida como terrorista. El hecho de que el atentado
exitoso en contra del almirante Carrero Blanco fuera realizado por ETA no
convierte aquel acto en un acto terrorista. Que un acto sea o no terrorista
depende del contexto en el que se realiza tal acción. Terminar con la vida de
uno de los personajes responsables de la mayor represión que se haya conocido
en España no es un acto terrorista, independientemente del que lo haga. La
resistencia antifascista en España intentó en varias ocasiones eliminar
físicamente al dictador, como también ocurrió en la dictadura fascista
italiana, y en la nazi. Hoy los que lo intentaron son homenajeados en aquellos
países.
Sé que maliciosamente y erróneamente se me acusará, por
parte de las derechas en España, de defender el terrorismo de ETA, cuando en
realidad, lo que estoy diciendo es que el asesinato de Carrero Blanco no fue un
acto terrorista. Durante la resistencia antifascista en los años cincuenta y
sesenta no favorecí la lucha armada contra la dictadura, y no la favorecí
porque creaba como respuesta incluso una mayor represión, lo que apareció
incluso más claramente durante el periodo democrático en que las acciones de
ETA reforzaron los elementos más reaccionarios dentro del Estado español. La
violencia por parte de ETA debilitó muchísimo a las izquierdas, no solo en el
País Vasco, sino en el resto de España. Y así lo han reconocido sus sucesores.
A través de la vía democrática están consiguiendo mucho más.
De ahí que haya una diferencia enorme entre atentar contra
la vida de un personaje clave en la dictadura, durante el régimen terrorista
dictatorial español, y atentar contra el adversario en un contexto democrático
(por muy limitada que sea tal democracia). Tal medida en democracia es
profundamente antidemocrática y merece todo tipo denuncia (como he hecho en más
de una ocasión). Pero también deben denunciarse los asesinatos de miles de
españoles durante la dictadura, víctimas que han sido olvidadas debido a la
enorme fuerza y poder que los herederos de aquella dictadura y la cultura de
aquel régimen todavía tienen en los aparatos del Estado español. Pero en la
terminología oficial del Estado, reproducida por la Audiencia Nacional,
“víctimas” son solo las producidas por ETA, pero no los asesinados por el
régimen, de los cuales ellos son herederos. Así es la España actual.
Una última observación. Me sorprendió enormemente que el
PSOE no protestara por el comportamiento de la Audiencia Nacional. Hubo miles y
miles de socialistas (incluidos mis padres) víctimas de la brutal represión de
la dictadura que, de estar vivos, se considerarían profundamente ofendidos e
indignados, no solo por el comportamiento de la Audiencia Nacional, sino por el
silencio ensordecedor de la dirección del PSOE ante tal caso de insensibilidad
democrática. ¿Cómo puede el PSOE estar callado ante tanta barbaridad? ¿No se
dan cuenta de la incoherencia que representa tal silencio? ¿Y de la vergüenza
que supone que hoy en España continué dándose esta imagen tan antidemocrática?
Le aconsejo a la dirección el PSOE que se lea lo que se comenta sobre este caso
fuera de España, y lo verán.
Y, para terminar, el espectáculo en los medios ha sido también
indicador de que la cultura democrática está sumamente limitada. Desde Iñaki
Gabilondo en El País a los mal llamados debates en La Sexta, el punto de
atención era sobre si se podían escribir o no comentarios ofensivos sobre las
víctimas, asumiendo todos los medios que el almirante había sido una víctima
del terrorismo, tal como lo definió el régimen terrorista del General Franco y
del Almirante Carrero Blanco. ¿Se imaginan esto ocurriendo hoy en los medios de
información de Alemania o Italia? Pues sí, pasa en España. ¿Hasta cuándo?
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