El fútbol, sobre todo, embrutece...


No son pocos los hinchas futboleros que siguen a sus equipos allá donde vayan, con la camiseta del club ceñida a las costillas, dispuestos a armar la bronca donde se tercie, y que pertenecen sin duda al club de los descerebrados que no muestran lesiones aparentes.

Los hooligans ingleses que desembarcaron este miércoles 12 de abril en la capital española a propósito del partido de Champions entre el Atlético de Madrid y el Leicester, y que cometieron barrabasadas varias, burlas a mendigos incluidas, responden con creces a ese perfil neuronal, claramente insuficiente. Basta con observar los físicos y los gestos de algunos de los capturados en la foto de la Plaza Mayor.

El fútbol embrutece, demasiadas veces; a quienes lo practican y a muchos de quienes lo secundan. Creo que no es un deporte aleccionador, aunque solo sea por la explosiva enajenación que produce y las insoportables minorías que engendra. Puestos a preferir, me quedo con el rugby.





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