El autobús que encoleriza al establishment
La derecha española y sus filiales mediáticas, pero también
los socialistas y el grupo PRISA (El País y Cadena SER), han puesto el grito en
el cielo por la puesta en circulación del autobús decorado con el que Podemos busca denunciar a la mafia política y empresarial instalada en España.
Junto a connotados corruptos del derechista Partido Popular (PP), como el ex tesorero José Luis Bárcenas y el ex mandamás del FMI, Rodrigo Rato, aparecen las imágenes de otros políticos y periodistas que Podemos considera parte de la trama, entre ellos el ex presidente socialista Felipe González y el inefable presidente de PRISA, Juan Luis Cebrián, además del muy conservador ex presidente José María Aznar.
Los medios orgánicos han levantado de inmediato la voz por la insolencia de Podemos, al mezclar en la carátula del llamado “Tramabús” imputados por corrupción con políticos y personalidades que no se hallan perseguidos judicialmente.
Cierto que González, Aznar o Cebrián no están en el punto de
mira de la justicia española. Pero forman parte de la casta, son representantes
genuinos de la élite política y económica y, amén de sus continuas y vomitivas
declaraciones, buena parte de su gestión ha sido nefasta para los intereses
colectivos, por lo que se merecen con creces figurar en esa procesión ambulante
ideada para la denuncia callejera.
Junto a connotados corruptos del derechista Partido Popular (PP), como el ex tesorero José Luis Bárcenas y el ex mandamás del FMI, Rodrigo Rato, aparecen las imágenes de otros políticos y periodistas que Podemos considera parte de la trama, entre ellos el ex presidente socialista Felipe González y el inefable presidente de PRISA, Juan Luis Cebrián, además del muy conservador ex presidente José María Aznar.
Los medios orgánicos han levantado de inmediato la voz por la insolencia de Podemos, al mezclar en la carátula del llamado “Tramabús” imputados por corrupción con políticos y personalidades que no se hallan perseguidos judicialmente.
Los comentarios de los supuestos agraviados no hacen más que
legitimar la original ocurrencia de Podemos, reforzando la oportunidad de desvelar
el pingüe compadreo entre políticos y empresarios.
El PP considera que la campaña es impresentable y
antidemocrática, mientras que el PSOE saca a relucir su más genuina repugnancia
por la mezcla de personajes honorables con presuntos delincuentes.
Podemos replica con razón que la trama simbolizada en el
autobús es responsable, entre otras lindezas, de la pérdida de soberanía de
España, que ha sido vendida a fondos buitres.
Y así es. No hay motivo pues para sentirse ofendidos ante
este aparente baturrillo que está perfectamente diseñado para la ocasión.
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