Trump, el matón que acogota

Las bravatas de Donald Trump están retratando fielmente a España y otros países que han optado por la callada frente a las continuas insolencias del inquilino de la Casa Blanca.

El presidente Mariano Rajoy, del derechista Partido Popular (PP), no sólo se ha mostrado reacio a articular una protesta iberoamericana en solidaridad con México, tras el anuncio formal de la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos, sino que ha evitado cualquier comentario que pudiera molestar a la superpotencia, a pesar de que Trump persevera en su estilo dinamitero y excluyente, empezando por el veto a inmigrantes y refugiados, ya procedan del subcontinente o de países musulmanes.

España siempre ha querido militar en las grandes ligas, aunque su perfil corresponde al de una potencia media, lo que le ha generado no pocas frustraciones.

Ahora que tiene ocasión de jugar un papel relevante en el entorno iberoamericano, sumando voluntades para arropar a México y cuestionar la política migratoria de Trump con argumentos humanitarios, el gobierno de Madrid prefiere ejercer de Don Tancredo en un acto de cobardía injustificable.

“Prematuro”, ha sido el calificativo elegido por las autoridades españolas para evadir responsabilidades y descartar una respuesta conjunta por parte de la comunidad iberoamericana.

Ni siquiera el Reino Unido, aliado incombustible de Estados Unidos, ha permanecido impasible ante los últimos decretazos del magnate.

Con sus disparates, el mandatario estadounidense ha puesto en evidencia la escasa relevancia internacional de España, que no se atreve a alzar la voz a pesar de las muchas afrentas que tienen su epicentro en Washington.

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