No habrá lugar para el recuerdo

¿Cuántos personajillos, de los que ahora relumbran en el firmamento del famoseo, aguantarán en el alero diez, quince, veinte años después de su muerte? La respuesta es evidente.

Porque sólo hace falta repasar la historia para constatar que son excepcionales los seres que determinan, a distintos niveles, la suerte de los colectivos. Pero también es obvio que la mediocridad, mientras dura, necesita pocas gratificaciones para que su dueño viva holgadamente. Mucho más nutritiva la retribución, si llega en forma de cheque.

Los best sellers que abundan en las estanterías, la mayoría de ellos fruto de la fotogenia televisiva, pasarán a la condición de inanimados mucho antes de que las cenizas de su hacedor se esparzan del todo.

Estas libélulas diurnas no aportan ni un solo gramo de sustancia. Son simples iletrados que teclean en modo redacción. Elementales, muy elementales.



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