La plutocracia llegó a Washington

Resulta difícil de creer que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sea capaz de armar una agenda en función de las necesidades del ciudadano común. Su condición de magnate y el perfil egocéntrico y multimillonario de muchos de sus más directos colaboradores auguran toda suerte de parabienes para el mundo financiero y empresarial, pero estos rasgos distintivos no estimulan precisamente la sensibilidad social, ni parecen ser las credenciales más apropiadas para ejercer de valedor de los necesitados. El texto que adjunto lo documenta con sobriedad.


David Smith - Washington (The Guardian)

Los entrantes eran sopa de ajos tiernos con tomillo y ancas de ranas salteadas, y vieiras con coliflor caramelizado con salsa de pasas y alcaparras. Donald Trump comió un solomillo con zanahorias glaseadas con cítricos. Mitt Romney eligió las chuletas de cordero con una salsa boloñesa con setas.

En el Jean-Georges, un restaurante con tres estrellas Michelin en el Hotel Internacional Trump en Nueva York, el menú es para ricos, y se nota que cuando está entre ricos, el presidente electo de Estados Unidos se siente como en casa. Esto también ha sido evidente en los nombramientos que ha hecho públicos hasta ahora. Es como si el nuevo gobierno fuese a conformarse por un grupo de empresarios multimillonarios que se convertirán en los funcionarios más adinerados de la historia moderna.

Trump, que fue protagonista y presentador del reality televisivo 'El Aprendiz', se está rodeando del 1% de la población de multimillonarios, inversores financieros y empresarios capitalistas, expertos de Wall Street con información privilegiada, y herederos de grandes fortunas familiares, muchos de ellos educados en universidades de élite. Es la representación más descarada de las grandes fortunas desde los años 80 de Ronald Reagan, los "dueños del universo" de Tom Wolfe y el Gordon Gekko de Oliver Stone.

"Es un retroceso a la mentalidad de 'la codicia es buena'", afirmó Marge Baker, vicepresidenta ejecutiva del grupo de presión liberal People For the American Way. "Además es muy alarmante que el presidente electo diga que piensa que lo que es bueno para los negocios es bueno para Estados Unidos. No queremos que el líder de nuestro país tome decisiones basándose en esa premisa."

Baker agregó: "Cuando los multimillonarios de Wall Street definen la agenda, es muy improbable que se beneficien los ciudadanos de a pie. Las investigaciones han demostrado que los ricos tienen otras prioridades políticas, por ejemplo respecto del sistema sanitario y el salario mínimo".

El énfasis del gabinete de Trump en recortes fiscales y desregulación recuerda a la época de Ronald Reagan. Su rival en las elecciones generales, Hillary Clinton, advirtió durante la campaña: "Trump significa volver a la economía 'del goteo'. Yo la llamo 'economía del goteo trumpetero'".

Igor Volsky, director adjunto de un thinktank pro-Clinton, el Center for American Progress Action Fund, dijo: "Estas mismas políticas económicas de goteo que quieren aplicar ya las vimos en los años 80 y no ayudaron en nada a los estadounidenses comunes. Si miras a la mayor parte del gabinete, te da la sensación de estar retrocediendo en el tiempo".

Las personas que escucharon el mensaje populista y directo de Trump sobre desarmar el sistema son justamente las mismas que sufrirán su traición, según Volsky. "Lo que hará será perpetuar un sistema que le facilita las cosas a los más ricos a expensas de programas que ayudan a las clases media y baja".

Andrew Mellon, uno de los estadounidenses más ricos de principios del siglo XX, fue secretario de Hacienda en tres gobiernos. El primer gabinete de George W. Bush en 2001 fue criticado por estar conformado por poderosos. Pero Trump ha llevado la mezcla de democracia y plutocracia a un nivel totalmente nuevo.

El sitio web Politico sugirió que el equipo del nuevo presidente valdría unos 33 mil millones de euros. Algunos de los miembros de su equipo han realizado donaciones políticas por cientos de millones de euros. Mientras tanto, el ingreso promedio en Estados Unidos es de unos 51.500 euros al año.

Los seguidores de Trump han afirmado que les gusta el hecho de que sea un empresario y no un político atado a determinados intereses, y que esperan que maneje el país como si fuera una corporación eficiente. Pero varios funcionarios del gobierno podrían enfrentarse a acusaciones de conflictos de intereses, de estar gobernando con la mirada puesta en sus propios negocios o los negocios de sus amigos.

Neil Sroka, portavoz de la organización liberal Democracia para América, señaló: "Tenemos a un grupo de multimillonarios egocéntricos y desconectados de la realidad que van a recibir órdenes de un multimillonario intolerante y desconectado de la realidad. Es difícil de creer que vayan a ser capaces de reflejar las necesidades de los ciudadanos de clase trabajadora que esperan que los políticos de Washington luchen por ellos".

Sroka agregó que los nombramientos reflejaron los propios intereses de Trump. "El hecho de que Trump se esté rodeando de esta panda de canallas multimillonarios demuestra que no le importa proteger a los trabajadores. Lo que quiere es ganarse el favor de una clase de multimillonarios de la que siempre ha buscado aprobación".

"Esta es gente que cena langosta y caviar cada día. No piensan en cómo conseguir dinero para comer. Piensa en cómo hacer unos cuantos millones más antes de irse a casa por la noche".

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