PSOE: demasiados esqueletos en el armario

La intervención de Gabriel Rufián en el Parlamento español con motivo de la investidura presidencial de Mariano Rajoy fue extremadamente dura. Y tenía un objetivo preciso: revelar las incongruencias ideológicas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que facilitó con su abstención el ascenso al poder del líder de la derecha española.

Rufián acusó al PSOE de traicionar los principios de la izquierda desde hace años y de apoyar ahora el acceso a La Moncloa de un partido conservador, el Popular, que es uno de los más retrógrados de Europa.

En ambos planteamientos creo que tiene razón, aunque es cierto que en algunos pasajes de su intervención manejó un tono desmedido.

La exposición de Rufián, diputado del partido independentista Esquerra Republicana de Cataluña, fue respondida por el portavoz de los socialistas, Antonio Hernando, político acomodaticio donde los haya, que se mostró indignado por las graves acusaciones del parlamentario catalán.

Pero la realidad es que en la intervención de Rufián hay un fondo de verdad, mientras que la réplica de Hernando es pura demagogia, pataleo malamente visceral, sin fundamento.

Al político catalán podría considerarle uno de los míos, mientras que con Hernando difícilmente podría aguantar un paseo de media manzana sin rebelarme.

Por lo demás, la patética respuesta del socialista fue aplaudida por los diputados del PSOE y del Partido Popular (PP), con similar entusiasmo. Enfervorizados los escaños del bipartidismo español en su defensa de las sacras instituciones de una democracia insuficiente, fruto de una transición mediada.

Es una foto muy significativa la de los diputados del PSOE y del PP jaleando al alimón las bendiciones del sistema, palmeando desde sus bancas con el entusiasmo que genera la adhesión inquebrantable al Estado, con mayúscula y sin matices. Bolsillera.

Todo ello con un agravante: los héroes izquierdistas del socialismo español están simbolizados en estos momentos en la figura de Pedro Sánchez, el díscolo ex secretario general del PSOE desbancado por su tenaz rechazo a la investidura de Rajoy.

Sánchez no es de fiar. Basta con recurrir a la hemeroteca digital para constatar que su discurso es muy endeble y sus maneras más que sospechosas desde el momento en que despachó al jefe de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, con el mismo estilo chulesco y autoritario del que ahora se queja. Entre otros ramalazos.

El PSOE entró desde hace tiempo en una pésima deriva. La mayoría de sus dirigentes visibles son de pacotilla, no dan ni de lejos la talla socialdemócrata.

Sencillamente, forman parte del pesebre. Y las urnas les han pasado ya la factura debida. Y habrá más.

Cuesta abajo en mi rodada, que dice el tango...

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