La OEA frena el desvarío de Almagro
La Organización de Estados Americanos (OEA) se ha
distanciado de la actitud beligerante de su secretario general, Luis Almagro,
para respaldar una declaración que enfatiza la necesidad de un diálogo entre el
Gobierno y la oposición en Venezuela.
La decisión de la OEA se produce después de que Almagro
intercambiara pareceres epistolares con el Presidente Nicolás Maduro en un tono
agresivo y faltón, impropio de cualquier autoridad, y luego de que pidiera la
aplicación de la Carta Democrática Interamericana por alteración del orden
constitucional en Venezuela.
El uruguayo Almagro ha quedado en evidencia tras la maratónica
reunión en la que el Consejo Permanente de la OEA, en un inusual brote de imparcialidad, desechó su intención punitiva.
Ni siquiera Estados Unidos, hipercrítico con el régimen del país sudamericano,
se atrevió a secundar la iniciativa de Almagro que debería dimitir sin más de
un cargo que no se merece, entre otras cosas por sus humores explosivos.
Lo último que necesita la afligida Venezuela es que alguien
engorde su arsenal con propuestas excluyentes. Todo lo contrario, hay que
insistir en el acercamiento de posiciones entre las partes para que la cordura
política prevalezca sobre cualquier arranque visceral como el que protagonizó
Almagro con una conducta incompatible con su desempeño y a la que Maduro, tan
aficionado a las bravatas, tampoco supo responder.
La Carta Democrática, adoptada en 2001, establece cuáles son
los elementos esenciales de la democracia representativa, como el respeto a los
derechos humanos, la separación e independencia de los poderes públicos y la
libertad de expresión.
Su aplicación puede conllevar incluso la suspensión del país
infractor que quedaría apartado temporalmente de la organización hemisférica.
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