Cuba frente a la desvergüenza española

Hubiera entendido perfectamente las razones de un segundo plantón al canciller español en su última visita a Cuba, por parte del presidente Raúl Castro.
Sin embargo, las autoridades cubanas ya castigaron en una ocasión a José Manuel García Margallo y esta vez han sido más condescendientes, por lo que el político del Partido Popular (PP) pudo entrevistarse con el mandatario cubano para impulsar sobre todo las inversiones y el desembarco empresarial de España en la isla, en momentos en los que el país ibérico juega con desventaja debido a su errada política exterior.
Después de que los Gobiernos del PP se han venido empeñando en los últimos años en potenciar el aislamiento de Cuba fomentando en la Unión Europea (UE) una política de exclusión, que condicionaba las relaciones con la isla al respeto a los derechos humanos, ahora las autoridades ibéricas acuden a la mayor de Las Antillas con el rabo entre las piernas en busca de nuevos yacimientos y sin haber rectificado en lo fundamental su estrategia de acoso y derribo.
García Margallo no ha reparado en calificativos a la hora de retratar el buen ambiente que prevaleció durante la entrevista con Raúl Castro, después de que hubiera decidido ahorrarse cualquier gesto desafiante, como el de entrevistarse con los opositores cubanos, algo que La Habana interpreta siempre en clave hostil.
Sin duda, el plantón que en noviembre de 2014 tuvo que soportar el canciller español, que no fue recibido por el menor de los Castro a pesar de su insistencia, pesaba lo suyo en el espíritu de la delegación española que ha optado ahora por apartarse de la provocación para allanar el camino hacia la deseada entrevista con el mandatario cubano.
García Margallo no sólo fue ninguneado en aquella ocasión, sino que tampoco consiguió que el presidente cubano acudiera a la desangelada cumbre iberoamericana de Veracruz, que se celebró ese mismo año en México.
Mientras Madrid porfiaba hasta fechas recientes con su política agresiva hacia Cuba, otros países como Francia se dedicaban a impulsar el deshielo de las relaciones para poner fin a la posición común de la UE que penalizaba a la isla, imponiéndola chantajes inaceptables entre naciones soberanas.
Gracias al trabajo diplomático de París, las empresas galas junto a otras del Benelux se hallan en mejores condiciones que las españolas para aprovechar la apertura económica que parece despuntar en Cuba, donde las compañías estadounidenses se llevarán probablemente la parte del león por pujanza y proximidad.
Durante sus mandatos, el PP ha primado en América Latina el componente ideológico en sus relaciones a nivel de Estado, provocando un declive sin precedentes en la política exterior española.
El país ibérico se merece por ello cualquier desaire de los cubanos que suelen alardear de su dignidad como colectivo y que casi siempre pasan factura por los estropicios causados, en este caso con una injerencia tan burda como innecesaria que está afectando también los intereses españoles en la zona, ya que hasta los mismos empresarios españoles, temerosos de perder oportunidades de negocio, han expresado su descontento por el prolongado desencuentro con Cuba.

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