Teresa de Calcuta, un personaje opaco

La casi totalidad de los que aspiran a la santidad cargan con patologías que fomentan el placer de la penitencia, cuando no la amor por el cilicio y el sufrimiento, con lo que ello implica de resignación en casi todos los ámbitos de la existencia, en especial en los más deprimidos en los que es necesario precisamente un inconformismo radical.
Teresa de Calcuta, que fue proclamada beata en 2003 como paso previo a su canonización, era además una perfecta reaccionaria. Su conservadurismo incluía un inflexible rechazo de la contracepción, el aborto y el divorcio, y la negativa al uso de avances médicos para salvar vidas humanas.
Durante su labor misionera en la ciudad india, la monja que será santificada por el Papa Francisco, llegó a acuñar frases tan terribles como ésta: "Hay algo muy bello en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la pasión de Jesucristo".
La religiosa no sólo predicaba el sometimiento de los menesterosos, sino que potenciaba el estancamiento social con sus sermones sobre lo reconfortantes que pueden llegar a ser el desconsuelo y la miseria si se interpretan en clave celestial.
"El mundo gana con el sufrimiento de los pobres", otra de sus frases para enmarcar, aunque la monja incumpliera su propio reglamento cuando en la última década del siglo XX, poco antes de su fallecimiento en 1997 y aquejada de varias dolencias, acudió a un moderno hospital de California, Estados Unidos, para recibir cuidados paliativos en una decisión que polemizó todavía más su figura, habida cuenta del millonario desembolso por parte de alguien que predicaba la austeridad y la entrega en cuerpo y alma a los designios divinos a la hora de la muerte.
Son muchos los que han denunciado sus puntos de vista dogmáticos, su peculiar manera de cuidar a los enfermos, sus contactos políticos cuestionables como el que mantuvo con el dictador haitiano Jean Claude Duvalier, al que sacó jugosas subvenciones, y su sospechosa gestión de las enormes sumas de dinero que recibió para su orden, Misioneras de la Caridad.
Teresa de Calcuta no es un ejemplo a seguir. Eso sí, repartió caridad a espuertas y fundó centenares de hospicios y albergues para indigentes y desahuciados, mientras convencía a los más necesitados de que su dicha no era de este mundo y que, por lo tanto, debían aceptar su calvario terrenal.
Sus centros de acogida han sido descritos como "casas de la muerte" por los médicos que las visitaron en Calcuta, ya que había una notoria falta de higiene, unas pésimas condiciones de atención, alimentación inadecuada y un importante déficit de analgésicos, según se desprende de un estudio de las universidades de Ottawa y Montreal, en Canadá, y del que se hace eco el diario de este país norteamericano, UdemNouvelles.
"Los académicos también se preguntaron cómo consiguió construir su imagen de santidad y bondad. Y sus investigaciones les llevaron a la reunión que tuvo lugar en Londres en 1968 con el periodista británico de la BBC, Malcom Muggeridge, conocido por sus posiciones políticas derechistas y en contra del aborto, algo en lo que coincidían ambos personajes. De esta forma, en 1969 el periodista rodó un elogioso documental que pintaba a Teresa como una verdadera santa bienhechora a los ojos del mundo. En los años siguientes, y gracias a esta imagen construida, ella pudo viajar por todo el mundo y recibir, entre otros premios, el Nobel de la Paz. En la gala de entrega, aseveró que `el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es una guerra, una matanza, un asesinato de la propia madre´", relata el diario español online Público basándose en el informe de las universidades canadienses.
Teresa de Calcuta, con su estilo medieval, representa una de las peores corrientes de la iglesia católica. Por ello, su acceso a la santidad es una prueba más de los valores que realmente cuentan en esa fábrica de dinero, poder y manipulación en la que se convirtió El Vaticano desde que comenzó a desvirtuar las esencias del cristianismo. Hace ya mucho tiempo de eso.


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