La Europa que no debería existir
En sociedades tan contaminadas como las contemporáneas, es
necesario en ocasiones imponer desde el gobierno de turno principios urgentes e
incuestionables, como la solidaridad. En el caso de la Unión Europea (UE),
existen seis poblaciones claramente diferenciadas que no comparten la afirmación de que sus países deberían ayudar a los refugiados.
Afortunadamente en el conjunto de Europa, el 65 por ciento
aboga por auxiliar a los refugiados, frente al 28 por ciento que se muestra
reacio.
La UE desfallece desde hace tiempo. Pero aun retiene
energías suficientes como para enmendar la plana a aquellos países que hacen
gala de una inadmisible desgana humanitaria frente a otros, como Suecia, que
son el ejemplo a seguir en ésta y otras aventuras.
El correctivo de la UE a los países que muestran un grado
preocupante de xenofobia, serviría para enfatizar que algunos deberes
humanitarios son ineludibles; y la reprimenda quizás también aporte algo de
credibilidad al cada vez más desprestigiado club de Bruselas.
Aunque tal como está el patio, tras el acuerdo de la UE con
Turquía para que ejerza de campo de concentración de los inmigrantes que serán
devueltos a este país desde suelo europeo a cambio de recompensas políticas y
financieras y el blindaje de las fronteras balcánicas, dudo que las autoridades
de Bruselas apuesten por el rapapolvo para frenar los ánimos xenófobos que en
algunas naciones del viejo continente están adquiriendo un alarmante rango
institucional.
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