El impertinente 12 de octubre

Las secuelas del descubrimiento, encuentro de dos mundos o choque de civilizaciones que se produjo en 1492, no caben en ningún titular. Como en cualquier conquista, los excesos y los sablazos estuvieron a la orden del día y si es improcedente la santificación de los españoles, asimismo lo es la beatificación de los nativos sin entrar en las honduras, complejidades y contradicciones de imperios como el azteca o el inca, que también sometían sin remilgos en aquellas latitudes. En cualquier caso, España no debería vanagloriarse de un episodio con tantas aristas afiladas y que sigue generando controversia, sobre todo en tierras americanas. A la luz de lo sucedido y más allá de las hiperbólicas leyendas negras que denuncian algunos, el 12 de octubre no se merece el menor miramiento oficial por lo que, lejos de figurar como fiesta nacional, debería restar con más pena que gloria en el calendario. Sencillamente, no hay nada que festejar; y sí mucho sobre lo que reflexionar sin que las emociones o los patrioterismos de las dos orillas empañen los resultados de la más que necesaria sentada.

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