El bucle mexicano
Resulta muy difícil de entender la actitud del Gobierno
mexicano y de algunos de sus más conspicuos representantes cuando se plantan
ante el micrófono para trazar el balance de su país y optan por azucarar la
instantánea a despecho de la realidad.
Lo ha vuelto a hacer, ante el pleno de senadores mexicanos,
la canciller Claudia Ruiz Massieu que aseguró sin asomo de rubor que ante el
mundo México es un país que “despierta confianza y alienta inversiones y
turismo”.
Es hoy “una nación respetada, confiable y atractiva; una
nación que consolida un prestigio internacional bien ganado”, agregó sin
complejos, para soltar retadora que México no acepta conceptos generalizados ni
calificativos gratuitos a la hora del recuento.
La obsesión de las autoridades mexicanas por camuflar la verdadera
realidad del país norteamericano es añeja. Pero llama la atención que este trucaje
se siga produciendo con idéntico descaro, bajo el mismo impulso oficialista.
Lamentablemente, México es en la actualidad un país bajo sospecha, sobre todo
por sus negras estadísticas de asesinatos y desapariciones sin que la impunidad
haya retrocedido. Basta con repasar las denuncias de las organizaciones
humanitarias y los testimonios de decenas de miles de víctimas para constatar
la gravedad de los hechos.
Pese a ello, la Ministra de Relaciones Exteriores se afana
en pintar un cuadro poco menos que idílico, lo cual no sólo es una engañifa,
sino una solemne falta de respeto a los damnificados.
Obviamente, la oposición mexicana no se quedó callada ante la
planfletaria comparecencia de la Canciller y resaltó la evidencia, que no es
otra que la lastimosa imagen de México labrada a golpe de corrupción, crímenes
a mansalva, inseguridad y falta de castigo a los culpables.
El liderazgo y la influencia que México tuvo en su momento
están en sus horas más bajas. Y no hay paliativos que valgan, aunque las autoridades se empeñen en vestir a la mona de seda.
Comentarios