ABC, de nuevo el antiperiodismo

El diario ABC, que antaño fue un periódico conservador respetable y necesario, se ha convertido en un panfleto indigerible, por lo que recomiendo fervientemente su no lectura bajo riesgo de atraganto letal.
Adulador sin más de monarquías, tergiversador de realidades, manipulador de encuestas, enredador vocacional, alérgico a cualquier leve aroma que provenga de la izquierda, reaccionario y distorsionador donde los haya, especialmente cuando aborda ciertas realidades latinoamericanas incómodas para el establishment, desde Venezuela hasta Argentina, pasando por Ecuador y Bolivia.
En un ejercicio de cinismo estresante y con un director antediluviano, alardea de periódico objetivo e independiente desde la ultraderecha que habita y desde la que muellea sin cesar.
No es de extrañar, con esas credenciales casposas, que en su nómina millonaria figuren personajes tan inefables como Luis Ventoso, cómodamente instalado en la corresponsalía de Londres, censor donde los haya, acomodaticio, opinador a destiempo, mal periodista si nos atenemos a la deontología profesional que demanda siempre al reportero que actúe de contrapeso del poder, de los poderes instalados.
Por fortuna, ABC está abonado a un declive que se ha ganado a pulso, porque con sus textos recocinados no contenta ni al pasado troglodita ni al porvenir cavernícola.
Espero pues que acabe estrellado; francamente estrellado.

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