¿Cataluña colonizada?
Por las manifestaciones de muchos líderes catalanes partidarios
de la independencia pareciera que las proclamas soberanistas en Cataluña fueran
consecuencia de una perseverante y añeja opresión colonialista con sede en Madrid.
En realidad, el único territorio que podría reivindicarse
como colonizado en los lares ibéricos, se llama Canarias. Y aun así habría que
entrecomillar parte del relato.
En general, la política catalana me parece muy de barretina,
sumamente provinciana, a tono con la que se realiza en el resto del Estado
español; pero en su caso está cargada de una autoestima que no se corresponde
con su navegación histórica y que en ocasiones convierte a los catalanes en los
argentinos de este lado del Atlántico.
Muchos catalanes estilan aires de superioridad, sobre todo
últimamente, como si no se merecieran pertenecer a un país tan cutre como
España, cuando en realidad han participado como los demás en la creación del
esperpento ibérico desde tiempos inmemoriales.
No en balde, se tragaron episodios más que negros y, en
pleno siglo XX, una dictadura completa, mayúscula, con la misma vergonzosa
pleitesía que rindieron durante casi 40 años el resto de las comunidades
ibéricas. Ni más ni menos.
Los movimientos nacionalistas en Europa, todos sin
excepción, provengan de donde provengan, tienen raíces burguesas y
reaccionarias.
Y tales características también retratan a las corrientes de
izquierda que luchan por la emancipación, por más que éstas se disfracen de
progresistas.
Por definición, son excluyentes, insoportablemente
contradictorias porque pregonan la solidaridad a fuer de reforzar las señas del
colectivo que defienden, lo que debilita inevitablemente a los demás.
Más allá de esta apreciación, soy de los que creen que
Cataluña, al igual que las otras nacionalidades históricas de España (País
Vasco y Galicia), debería ejercer sin trabas su derecho a la autodeterminación.
Pero el respaldo a este derecho no implica que simpatice con
los que lo promueven.
Desde mi punto de vista, ser de izquierdas y nacionalista en
Europa es una contradictio in terminis.
Comentarios