Sobre el atentado de París...
Bien, puestos a interpretar, vayamos un poco más allá de la
lectura elemental. Sin exagerar.
Libertad de prensa, sí. Libertad de expresión, por
descontado. Pero que El País, a rebufo de la bestialidad parisina, se sume a
los defensores del pensamiento libre, ¡pensamiento libre!, junto a otros medios
europeos, me parece un sarcasmo, una burla manifiesta, una provocación en toda
regla.
La libertad, la plena libertad, para cuestionar cuantos
asuntos nos conciernen sin temor a las represalias, es hoy uno de los mayores
actos reivindicativos. Y El País, tan deudoso él de tantos intereses, no está
en condiciones de proclamar esa postura, ni siquiera teatralizándola. Es, desde
hace tiempo, la voz de su amo. Simple y llanamente, aunque facture bravatas
editoriales cuando las circunstancias le son propicias, como es el caso ante
una acción sencillamente deleznable.
Al igual que otros tantos medios de comunicación, ese diario
levanta la voz cuando sabe que no existe el menor riesgo de afonía, cuando lo
sucedido provoca un repudio en estado absoluto, cuando no hay matices que
entorpezcan la travesía.
Demandemos pues la libertad de expresión, sí, frente a
cualquier fanatismo; pero arrebatadamente, como auténticos libertinos; no
dejemos el tintero medio lleno. Ni permitamos imposturas, ya sean cotidianas,
mediáticas o políticas.
Sé que es mucho pedir. Pero empecemos por entrecomillar
editoriales tan burdos como el que nos regala este grupo mediático europeo,
cinco ni más ni menos, que debería haber hecho un texto de alcance,
esclarecedor, comprometedor, al calor de los acontecimientos, dramáticos, sin
duda alguna. Y no escribir unos cuantos párrafos repletos de lugares comunes.
Por cierto, ¿cuáles son los valores fundamentales de
nuestras sociedades democráticas europeas a los que se refiere El País?
Va su editorial.
Seguiremos publicando
Va su editorial.
Seguiremos publicando
Editorial conjunto de EL PAÍS y otros cinco diarios europeos
El atentado cometido en París el miércoles 7 de enero contra
Charlie Hebdo y el odioso asesinato de nuestros colegas, feroces defensores del
pensamiento libre, no es solo un ataque contra la libertad de prensa y la
libertad de opinión. Es además un ataque contra los valores fundamentales de
nuestras sociedades democráticas europeas.
Ya en los últimos meses, la libertad de pensar e informar
estaba en el punto de mira, con la decapitación de otros periodistas,
estadounidenses, europeos o de los países árabes, secuestrados y asesinados a
manos de la organización Estado Islámico. El terrorismo, sea cual sea su
ideología, rechaza la búsqueda de la verdad y no acepta la independencia de
espíritu. El terrorismo islámico, aún más.
Después de negarse a ceder a las amenazas por haber
publicado, hace casi 10 años, unas caricaturas de Mahoma, la revista Charlie
Hebdo no había cambiado ni un ápice su cultura de la irreverencia. Con el mismo
ánimo, nosotros, los periódicos europeos que trabajamos juntos habitualmente
dentro del grupo Europa, seguiremos dando vida a los valores de libertad e
independencia que son el fundamento de nuestra identidad y que todos
compartimos. Continuaremos informando, investigando, entrevistando,
editorializando, publicando y dibujando sobre todos los temas que nos parezcan
legítimos, en un espíritu de apertura, enriquecimiento intelectual y debate
democrático.
Se lo debemos a nuestros lectores. Se lo debemos a la
memoria de todos nuestros colegas asesinados. Se lo debemos a Europa. Se lo
debemos a la democracia. “Nosotros no somos como ellos”, decía el escritor
checoslovaco Vaclav Havel, opositor al totalitarismo que triunfó y se convirtió
en presidente. Esa es nuestra fuerza.
Editorial conjunto de los diarios Le Monde, The Guardian,
Süddeutsche Zeitung, La Stampa, Gazeta Wyborcza y EL PAÍS.
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