Las incógnitas de Irak y Siria
Para alguien que maneje mínimamente las claves
internacionales, sobre todo en el norte de África y Medio Oriente, resulta
evidente desde hace años que las políticas de Estados Unidos y sus aliados en
la zona, con la Unión Europea como socio destacado, sólo podían enfangar el
escenario y conducir al despropósito, mayúsculo.
Nunca entendí desde mis modestas entendederas por qué ese
afán en derribar los muros de contención del yihadismo, léase Irak y ahora
Siria, en función de una mal llamada primavera árabe que integristas, como los
que se alinean en el Ejército Islámico (EI), eran los únicos capacitados para
rentabilizar política y militarmente. Como así ha sido.
Debe de haber un propósito último, porque me consta que en
Washington hay mucha testa brillante. Pero esta certeza hace que entienda
todavía menos el desaguisado que unos y otros han contribuido a montar con
gravísimas consecuencias, porque el EI es mucho más que una milicia al uso.
Las lecturas del mundo islámico en clave occidental parece
que sólo sirven para embarullar una realidad ya de por sí compleja en extremo.
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