Justicia que no lo es

Que la Justicia española no es la misma para todos, que está excesivamente contaminada, que la prevaricación determina muchas veces instrucciones y sentencias y que magistrados y fiscales la distorsionan a diario, son datos objetivos, palpables, que alimentan desde hace años la indignación ciudadana.
Pero ahora ha sido el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, el que se ha encargado de oficializar algunos de los agravios de una Justicia que superó intacta la transición democrática, como otros poderes pervertidos por la dictadura franquista y varios siglos de oprobio.
“Legislación insuficiente, enrevesada y con penas no acordes con la gravedad que se demanda por la ciudadanía, absoluciones difíciles de entender, prescripciones incomprensibles, indultos a corruptos y agujeros negros en la ejecución de sentencias", son algunas de las disfunciones apuntadas por el Fiscal.
Consecuencias en definitiva de la transición inmodélica que pasó de puntillas por este país de países y que prefirió mirar hacia otro lado cuando se trataba de ajustar cuentas con el pasado inmediato, desde la investigación de las torturas y desapariciones de republicanos y opositores al franquismo cuyos familiares siguen clamando en el desierto, hasta el desmantelamiento de los aparatos de represión de la dictadura, entre ellos el entramado judicial que continúa pariendo despropósitos.

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