La agonía de los medios públicos
El cierre de un medio de comunicación, siempre es un hecho
deplorable. Y si tiene naturaleza pública, doblemente doloroso. Es el caso de
la Radio Televisión Valenciana (RTVV), cuya señal parece haberse apagado definitivamente tras la decisión del Gobierno regional del Partido Popular (PP) de prescindir de este servicio
cuyos costos considera inasumibles, después de que el Tribunal Superior de
Valencia considerara nulo el expediente de regulación de empleo y ordenara la
readmisión de los trabajadores despedidos.
Hace mucho tiempo que la RTVV se había convertido en un grosero
aparato de propaganda al servicio de los poderes de turno, sobre todo tras la
llegada en 1995 del PP al Palau de la Generalitat, bajo la égida de
Eduardo Zaplana.
El control ideológico y el despilfarro marcaron buena parte
de esta última etapa en un medio cuyos contenidos informativos se habían
envilecido a golpe de manipulación. Bastaba con rastrear sin demasiado empeño Canal
9, para confirmar el grave deterioro mediático.
La anunciada liquidación de RTVV marca un peligroso antecedente para
la industria audiovisual de carácter público que, salvo contadas excepciones,
se halla bajo mínimos de credibilidad y con escasas audiencias en España, lo
que está sirviendo de coartada a las autoridades competentes para echar el
cerrojo definitivo cuando la reacción debería ser precisamente la contraria:
inyectar profesionalidad a espuertas, garantizar la calidad de la emisión y
recuperar el favor de los receptores.
Los medios públicos son tan necesarios como irreemplazables, sencillamente porque
se fundamentan en el servicio a la ciudadanía y no en el afán de lucro que
distingue, en mayor o menor medida, a la industria privada. Ciertamente, deben
mantenerse equidistantes de cualquier poder, ser fieles valedores del interés
general y anteponer este último a cualquier vasallaje.
"Las radiotelevisiones públicas autonómicas son
necesarias, no sólo para preservar y defender la cultura y la lengua propia en
las comunidades que la tienen sino para cohesionar a la sociedad y facilitar a
la ciudadanía la información más cercana que no le van a ofrecer TVE ni las
cadenas privadas. Los gobiernos autonómicos deben adoptar las medidas
necesarias para que sean gestionadas correctamente, no utilizarlas con fines
partidistas y dejar su funcionamiento en manos de los profesionales",
señala acertadamente la Federación de Sindicatos de Periodistas.
Lamentablemente, aunque existen culpables visibles y en
primer grado, también hay complicidades que emanan del sector que resultará perjudicado por
el cierre. Las protestas de los trabajadores de RTVV ante la burda e
inaceptable intromisión del poder local, nunca fueron suficientes ni demasiado
sonoras. La rabieta llega tarde, como casi siempre.
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