Un indulto improcedente
La Audiencia Nacional rechazó el indulto del ex dirigente de
Nuevas Generaciones del PP, Ángel Carromero, al no encontrar razones de
justicia, equidad o conveniencia para otorgar el perdón y considerar, además, que
el político hace vida normal en España gracias al tercer grado penitenciario del que
disfruta.
En el informe judicial, la Audiencia alega que el condenado
en Cuba a cuatro años de prisión por homicidio imprudente por su implicación en
el accidente de coche en el que murió el disidente cubano Oswaldo Payá,
desarrolla su vida profesional sin limitación alguna, salvo la de estar
controlado con pulsera telemática, y enfatiza que los hechos que provocaron su
condena en la isla caribeña están también penados en España.
A modo de coletilla, pero significativa, los jueces agregan
que Carromero acumula distintas sanciones de tráfico en España que conllevan la
pérdida del carné de conducir y que, según el informe, están íntimamente
relacionadas con los hechos objeto de condena.
A pesar de ello, puede ocurrir que el Gobierno del PP decida
que procede el indulto y lo haga efectivo en un próximo Consejo de ministros.
Algo que habría que lamentar, habida cuenta de que el ex
líder de Nuevas Generaciones disfruta de unas prebendas inalcanzables para
la inmensa mayoría de los reclusos y que le fueron otorgadas como del rayo, al poco tiempo de
ser entregado a España, cuando no había constancia de su conducta ejemplar
entre rejas.
El PP de Madrid, concretamente sus secciones más conservadoras, han dado cobijo a Carromero desde que fue extraditado a España, procurándole un buen sustento económico como asesor del partido en la región.
El PP de Madrid, concretamente sus secciones más conservadoras, han dado cobijo a Carromero desde que fue extraditado a España, procurándole un buen sustento económico como asesor del partido en la región.
Sin embargo, el político vinculado a una de las derechas más intolerables del PP, insiste en que el juicio en el que se le condenó era parte de
un montaje, ya que el culpable de la muerte de Payá no fue él, que conducía el
automóvil en el momento del accidente, sino los servicios de seguridad cubanos.
Llama la atención, y mucho, que Carromero decidiera denunciar
la farsa y el supuesto atropello judicial meses después de su llegada a España,
tras haber asumido su grado de culpabilidad en el siniestro que le costó la
vida al disidente cubano que, según sus últimas declaraciones convenientemente
aireadas, habría salido vivo del percance para morir más tarde en extrañas
circunstancias.
Su historial repleto de multas por exceso de velocidad en
España, donde arriesgó el carné de conducir por pérdida de puntos, refuerza
la tesis de que circulaba de manera desmedida cuando el coche se estrelló y le acredita
sobradamente como un ciudadano irresponsable en términos viales.
Por lo demás, Carromero fue a Cuba a participar activamente
en política, ingresando en la isla como turista y dedicándose a alimentar a la
disidencia, algo que también penalizan las leyes cubanas.
Este dirigente de derechas tiene por tanto escasa credibilidad
y su indulto no sólo constituiría un agravio comparativo, sino que minaría los fundamentos
de los acuerdos de extradición entre Cuba y España, además de empañar la palabra
de las autoridades de Madrid que se comprometieron a hacer cumplir la sentencia
en territorio ibérico.
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