Malamente mediatizados

La mayoría de los medios de comunicación se quedan con el primer flash a la hora de retratar lo acontecido; casi nunca indagan en la trastienda. Los intereses económicos y políticos, las premuras cibernéticas y la sobreexplotación de los becarios conducen cada vez más al páramo informativo en el que nos hallamos. La complejidad se suele resolver desde la inopia a golpe de plumazo, sin entrar en mayores honduras, que siempre incordian cuando se trata de zanjar el expediente a la mayor velocidad posible y, en muchos casos, desde una indocumentación supina. Para alguien medianamente ilustrado en las lides internacionales, produce vértigo asomarse a los portales mediáticos, que basculan entre la manipulación con alevosía y la candidez igualmente perniciosa, cuando no se abonan a la corriente de lo políticamente correcto y encomiable. La información, para que opere, tiene que ser convenientemente trabajada, a fondo, con las maneras del artesano, línea a línea, párrafo a párrafo. Y cuidando siempre el titular. Todo lo contrario de lo que se practica habitualmente en los medios españoles. Resultado: una sociedad malamente contaminada. Y lo que es peor, con iniciativa propia en función de lo que lee y escucha en las muy patéticas tertulias, locales, regionales y nacionales. Un horror, pues.

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