La feria de las vanidades

Hay demasiados gurús en este país; excesivo engreimiento, en casi todos los ámbitos. Y, por supuesto, casi nunca nadie es culpable de nada. El infierno siempre son los otros… como queda patente en la entrevista que el diario Público le hace al dirigente socialista Alfonso Guerra, un personaje clave de la etapa democrática, experto en escurrir el bulto y fabricar medias verdades. Como tantos otros políticos, empresarios, banqueros…
Algunas de sus respuestas son de antología, como la que ofrece a propósito del terrorismo de Estado más que consentido por el entonces gobierno socialista. Igual de amañadas sus alusiones a la lucrativa actividad como consejero de multinacionales de su compañero de filas Felipe González o las referentes al federalismo ibérico y el rol de salvaguarda de la monarquía desempeñado por el PSOE en perfecta sintonía con el PP.
Las ingeniosas puntadas de las que sigue haciendo gala, apenas amortiguan sus penosas declaraciones en las que se permite recrear el término “accidentalista” para avalar posturas indefendibles hacia el legado republicano, que debería ser incuestionable.

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