Recordatorio portugués; más que oportuno

El himno de “Grandola vila morena” que simbolizó las aspiraciones de la revolución de los claveles en Portugal, irrumpió en el Parlamento luso mientras el primer ministro Pedro Passos Coelho protagonizaba el debate quincenal con los diputados. Desde las galerías del hemiciclo, el grupo autodenominado “Que le den a la troika”, en clara referencia a los poderes que mandan realmente en un continente cada vez más desteñido, desfalleciente, comenzó a interpretar la trova en un declarado desafío a los recortes y la política de austeridad promovida por la derecha que gobierna en el país vecino. En una Unión Europea que se perfila como un proyecto fallido por sus clamorosas y constantes desatenciones sociales, y que ha hecho de Bruselas un despropósito, el canto nostálgico de los portugueses en su Parlamento es también, más que nunca, nuestro canto: tierra de fraternidad, el pueblo es el que realmente manda, en cada esquina un amigo, en cada rostro igualdad. La utopía, siempre inalcanzable, siempre perseguible.

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