Otro muro de la vergüenza
La Unión Europea (UE) avanza cada vez más en sentido
contrario a los principios de inclusión social que inspiraron su fundación. El
último ejemplo de esta tendencia aislacionista lo pone el muro de acero y
hormigón que Grecia acaba de construir en su frontera con Turquía para frenar
la inmigración irregular. El levantamiento de la valla de más de diez
kilómetros de largo y cuatro metros de altura, rematado por un alambre con púas
y 24 cámaras de vigilancia, es el último monumento a la ignominia. Progresivamente,
la UE ha ido renunciando a sus mejores señas de identidad para apostar por la
competitividad a ultranza, el reforzamiento de su estructura financiera y la
exclusión social. Los muros de Grecia, Ceuta y Melilla nos empobrecen a todos;
representan la constatación más palmaria de un fracaso colectivo.
Comentarios