Sobre banqueros y otras yerbas
La mayoría de los banqueros carecen del mínimo pudor. En
plena crisis económica, con cientos de miles de ciudadanos desempleados o
temblando por la precariedad, con el país en vilo, estos modernos usureros
siguen otorgándose jugosos emolumentos sin rendir cuentas de ningún tipo.
A pesar del apagón financiero y del proceso de absorción
experimentado por el Banco Pastor para integrarse en el Banco Popular y que
conlleva la desaparición de sucursales y la reducción de prejubilaciones, el
Presidente de esa entidad, José María Arias, ha devengado una pensión de 17 millones de euros y ha cobrado 1. 3 millones en el primer semestre de 2012, según
precisa una nota de los hacedores remitida a la Comisión Nacional del Mercado
de Valores (CNMV).
No es un caso único. Banqueros y empresarios, con
pocos escrúpulos, acostumbran a asignarse megasalarios por el trabajo que
realizan. La desigualdad notoria de las rentas es siempre una vergüenza para
cualquier sociedad que se precie. Pero cuando la diferencia entre lo que cobran
los de arriba y lo que perciben los de abajo se torna descomunal, estamos
hablando de un insoportable agravio comparativo al que habría que poner remedio
cuanto antes.
Lamentablemente, el llamado capitalismo popular ha echado
raíces en los hogares más insospechados, por lo que es habitual que en la calle
algunos justifiquen estos brutales ingresos con un planteamiento tan ingenuo
como perverso, desde la creencia de que en un día no muy lejano podrían
resultar igualmente agraciados por el sistema.
Sin embargo, no existen grandes fortunas inocentes, como tampoco
hay recompensas millonarias lo suficientemente meritorias. La opulencia de unos cuantos
proviene directamente del empobrecimiento del montón. Así de simple.
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