La tremebunda derecha española
La derecha española ha vuelto a reverdecer con ocasión de la
mayoría absoluta del PP. Y sus cófrades se pasean cada vez más a pecho
descubierto, aireando sus reivindicaciones trogloditas y haciendo alarde de esa
chulería que les ha caracterizado históricamente desde que comenzaron a mandar.
La derecha hispana nunca se modernizó. Todo lo contrario;
opuso resistencia numantina a cuanto credo moderado llegaba desde el otro lado
de los Pirineos para perseverar en sus rancios principios y afianzarse en los
pilares que han contribuido a su sostén desde tiempos inmemoriales: clero,
aristocracia y milicia.
Los parámetros no han cambiado tanto desde la última
transición; siguen ahí, anclados, y las modificaciones sólo han servido para
ensimismar todavía más a sus valedores, habida cuenta de la monopolización de
la derecha de instituciones clave del Estado, como la judicatura, sin haber
renunciado a ninguno de sus históricos abrevaderos.
Una derecha en su mayoría indocumentada, insensibilizada,
perseguidora del lucro, beata pero convenientemente alejada del cristianismo,
despreciadora de todo aquello que no encaje en sus rituales.
Es con diferencia una de las peores derechas de Europa, que
ha acumulado un poder ingente durante siglos, responsable en grado sumo de los
múltiples fracasos colectivos, y que salvó todos sus bártulos tras la dictadura
merced a una transición inmodélica, muy tibia, porque los aparatos del Estado
franquista sobrevivieron como tales sin que la depuración doblegara a ninguno
de ellos.
Evidentemente no toda la derecha responde a estas señas
infames; pero el comportamiento de muchos de sus dirigentes actuales evoca los
periodos más negros de este país de países, con una mayoría subyugada y una
minoría en estado de gracia, que busca perpetuar sus privilegios a expensas de
los demás aunque se califiquen de demócratas, que es el término que más les
agrada para lidiar en público, probablemente porque es el que menos caracteriza a la
persona que lo calza.
Lamentablemente, frente a esta derecha tramontana se alza
como alternativa de gobierno un partido socialista que no ha hecho una sola
catarsis en los últimos 30 años, a pesar de la gran responsabilidad contraída por el descarrilamiento social. Todo lo contrario. El PSOE ha premiado a muchos
de sus estrellados, después de renunciar a la purga tras darse el batacazo en
las urnas. Su autoridad moral está bajo mínimos.
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