Enric Juliana, un cronista con mayúsculas


Pluma acerada, prosa ágil y seductora y reflexiones oportunas, alejadas de los tópicos al uso, forman parte del bagaje de ese periodista excepcional que se llama Enric Juliana y que en su nuevo libro, Modesta España (RBA), vuelve a hacer gala de sus atributos profesionales.
“Europa es el continente que ha alcanzado más altas cotas de civilización y protección social. Ahora, en crisis, no se reconoce en el espejo. Desde los ochenta, España ha vivido una etapa euforizante, asociando por primera vez democracia y bienestar material. En este marco, la reacción inicial ante las primeras señales de avería fue de incredulidad. Empezando por el Gobierno. Después llegó la perplejidad, los brotes de ira (el 15-M), y ahora hay indicios de resignación, pese a la próxima huelga general. En el ciclo traumático, el siguiente paso es la depresión, y, después, la aceptación. Sugiero que, para evitar la depresión, seamos modestos y afinemos el principio de realidad”, apunta Juliana en una entrevista que no tiene desperdicio.
En un oficio periodístico en el que abundan cada vez más la precariedad, la obediencia debida y el derrotismo, plumas como la del periodista catalán se tornan imprescindibles.
Efectivamente, esa modestia que casi nunca ha acompañado a este país de países empeñado en los últimos años en jugar en las grandes ligas a pesar de militar en una categoría inferior y con un bienestar social incipiente, debería ser uno de los revulsivos en esta época de estrecheces que apenas comienzan a digerirse.
Y junto a la humildad, la lucidez y el arrojo necesarios para denunciar a los culpables de tanto estropicio, papel en el que la prensa ibérica debería especializarse, aunque a estas alturas del guión quepa esperar muy pocos relinchos de unos medios en su mayoría afónicos.

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