El País, una vez más; para peor

Es una lástima que un diario como El País, que años ha se distinguía por su buen hacer profesional, se haya instalado en una deriva que a muchos de sus antiguos lectores sencillamente nos sonroja, cuando no nos indigna. El último ejemplo de su vergonzosa singladura nos viene de la mano de Miguel Mora, un periodista que ejerce actualmente de corresponsal del periódico español en Francia y que debería dedicarse sin más dilación al oficio de buhonero, que es el que le corresponde a tenor de su reciente crónica sobre el multihomicidio de la escuela judía de Toulouse en la que hace gala de su pésimo bagaje profesional, repleto de tópicos, señalador, y obedecedor de ese amarillismo que caracteriza a la prensa sensacionalista de la que El País con tanto empeño se aparta. No es la primera vez que este colega se exhibe en portada. Antes estuvo en Roma, y también nos agasajó con imágenes y textos vacuos, simplistas, dedicados a lectores estúpidos. Lamentablemente, el alarmismo facilón que ha echado raíces en la portada del principal periódico ibérico tiene enjundia, porque también se corresponde con su línea editorial llena de despropósitos cuando se trata de defender lo indefendible o de abordar con los cuatro lugares comunes de turno una realidad tan compleja como la latinoamericana. ¿Dove va El País?

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