Certezas monárquicas
Todo apunta a que no tendré que corregirme en este blog para reconciliarme con la justicia española. Algo que lamento. El Juez José Castro rechazó finalmente citar como imputada a la Infanta Cristina en el proceso que se sigue contra su marido, Iñaki Urdangarin, por presuntos delitos de corrupción, tal como preveían los más avispados.
“No existen indicios de que conociese la conducta supuestamente ilícita de su marido. Carecería de sentido (citar a la Infanta) y sólo conduciría a estigmatizar gratuitamente a una persona lo que no es de recibo”, señala el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma en su auto, anticipando que el juicio contra el yerno del rey se podría saldar con idéntica blandura.
Resulta evidente para cualquier cabeza mediana que la Infanta debía estar al tanto de las actividades empresariales del Duque de Palma, habida cuenta del meteórico despegue de la pareja del que recelaron algunos medios de comunicación desde que hace algunos años se compraron el palacete de Barcelona, que costó una millonada.
Hasta qué punto conocía la Infanta los tejemanejes de su marido es lo que habría que esclarecer mediante una comparecencia que no tendrá lugar, a pesar de la delirante declaración de Urdangarin que responsabilizó a su ex socio Diego Torres de todas las trapisondas del Instituto Nóos después de repetir hasta la saciedad que no se acordaba prácticamente de nada cada vez que el Magistrado le preguntaba.
La decisión del Juez librando del mal trago a la Infanta que figura como titular en el entramado empresarial, viene aliñada por un inefable y reciente editorial de El País en el que este diario, cuya deriva se torna cada vez más errática, planteaba la inconveniencia de abrir un debate “artificial” sobre la monarquía en momentos de grave crisis económica (¿?).
En su papel de fiel escudero, El País elogiaba a Juan Carlos y lo desligaba de las supuestas tropelías de su yerno, en un sospechoso intento de ventilación real que generó las protestas de numerosos lectores.
“No existen indicios de que conociese la conducta supuestamente ilícita de su marido. Carecería de sentido (citar a la Infanta) y sólo conduciría a estigmatizar gratuitamente a una persona lo que no es de recibo”, señala el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma en su auto, anticipando que el juicio contra el yerno del rey se podría saldar con idéntica blandura.
Resulta evidente para cualquier cabeza mediana que la Infanta debía estar al tanto de las actividades empresariales del Duque de Palma, habida cuenta del meteórico despegue de la pareja del que recelaron algunos medios de comunicación desde que hace algunos años se compraron el palacete de Barcelona, que costó una millonada.
Hasta qué punto conocía la Infanta los tejemanejes de su marido es lo que habría que esclarecer mediante una comparecencia que no tendrá lugar, a pesar de la delirante declaración de Urdangarin que responsabilizó a su ex socio Diego Torres de todas las trapisondas del Instituto Nóos después de repetir hasta la saciedad que no se acordaba prácticamente de nada cada vez que el Magistrado le preguntaba.
La decisión del Juez librando del mal trago a la Infanta que figura como titular en el entramado empresarial, viene aliñada por un inefable y reciente editorial de El País en el que este diario, cuya deriva se torna cada vez más errática, planteaba la inconveniencia de abrir un debate “artificial” sobre la monarquía en momentos de grave crisis económica (¿?).
En su papel de fiel escudero, El País elogiaba a Juan Carlos y lo desligaba de las supuestas tropelías de su yerno, en un sospechoso intento de ventilación real que generó las protestas de numerosos lectores.
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