Los muchos oscuros de la monarquía española

La monarquía española está plagada de inquietantes enigmas que tarde o temprano habrá que resolver, siempre y cuando se ponga fin a esa contención política y mediática que ha contribuido a reforzar el blindaje de la familia real. Ciertamente, el papel desempeñado por el rey Juan Carlos durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, nunca ha sido esclarecido del todo ya que una y otra vez han surgido plumas, algunas de ellas documentadas, que reprochan al monarca su excesiva indulgencia hacia los golpistas que irrumpieron en el Congreso con sus tricornios y aireando las pistolas. Ahora, un cable enviado a la sazón por el embajador de Alemania en Madrid, sugiere que Juan Carlos “expresó comprensión, si es que no incluso simpatía” por los Guardias Civiles sediciosos en una reunión mantenida en el Palacio de la Zarzuela el 26 de marzo de 1981. El diplomático germano, Lothar Lahn, transmitió a su Gobierno que el rey le explicó que los militares sublevados “solo querían lo mismo a lo que todos aspiramos: el restablecimiento del orden, la disciplina, la seguridad y la calma”, señala la revista Der Spiegel en su última edición. La Casa del Rey ya se ha apresurado a aclarar que el Monarca actuó en defensa de la democracia y la Constitución española. Frente a la contundencia del cable diplomático y la solvencia de la revista alemana, se alza la justificación de los voceros reales que por sistema niegan siempre la mayor.

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