Otro hachazo

La última reforma laboral aprobada por el Gobierno del Partido Popular (PP) abunda en el retroceso de los derechos de los trabajadores en general y supone un espaldarazo a los empresarios que se presentan como víctimas de la crisis, cuando resulta evidente que en buena medida también han contribuido con su comportamiento al estallido de la misma. La flexibilización del mercado laboral, el abaratamiento del despido y el blindaje de los empresarios en la mesa donde se discuten los convenios cuando la situación lo reclame, son algunas de las consecuencias de la entrada en vigor de la nueva batería de medidas con las que el gobierno de Mariano Rajoy pretende taponar una de las muchas vías de agua abiertas por la recesión. Lamentablemente, el retroceso en material laboral ha sido constante desde hace más de 30 años, en concreto desde que los socialistas con Felipe González a la cabeza emprendieron a marchas forzadas la reconversión industrial, idearon las empresas de trabajo temporal para que gestionaran en su provecho buena parte de la oferta y la demanda y dieron los primeros tijeretazos al subsidio del desempleo con el aumento de los requisitos, amén de recortar derechos en nombre de la sacrosanta competitividad. Llama la atención que en el último pliego del PP, los empresarios aparezcan una vez más como los intocables creadores de riqueza cuando ese colectivo no está ni mucho menos exento de responsabilidad, por no hablar de los hombres de negocio que carecen de escrúpulos y que se han enriquecido a expensas de la mayoría, que no son pocos. Se siguen echando en falta en este país de países apretones de cinturones en otras barrigas que no sean las de siempre.

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