El sospechoso ranking de la felicidad

Resulta evidente que la sensación de felicidad no está ligada al bienestar material. Lo acaba de ratificar otra vez una encuesta de Ipsos de la que se desprende que los ciudadanos más felices, contrariamente a lo que en buena lógica cabría pensar, se encuentran en los países de medianos y bajos ingresos. Indonesia, India y México figuran como tres de los países con mayor número de ciudadanos en estado de placidez, una extraña paradoja teniendo en cuenta las enormes carencias básicas que se registran en esos territorios, por no hablar del fenómeno de la inseguridad y la violencia del narcotráfico que mantiene en vilo a los mexicanos. Pero la felicidad es tozuda y llega casi siempre sobradamente manipulada, por lo que tampoco es de extrañar que en los países en los que existe una precariedad inaceptable, las autoridades y demás fuerzas vivas se empeñen en disociar el bienestar material del espiritual con tal de que el lienzo nacional no luzca demasiado emborronado. Y es que la felicidad, convenientemente empaquetada y gestionada, se vuelve una inapreciable aliada del poder con mayúsculas. Por cierto, España e Italia se suman al carro de la tristeza según esta encuesta luego de ser dos países altamente jaraneros. La crisis económica está haciendo estragos en el sur de Europa y la dieta mediterránea, con todas las costumbres que acarrea, se muestra insuficiente para mantener al alza los ánimos de la ciudadanía.

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