Salarios infames

Los salarios que se estilan en las alturas bancarias y financieras sólo pueden mover a la indignación más firme. Cuando estos sueldos millonarios se producen en tiempos de crisis en los que millones de ciudadanos han sido expulsados del mercado laboral y otros tantos se hallan instalados en la precariedad, resultan doblemente agresores. Recién se han ventilado los ingresos en concepto de retribuciones de Rodrigo Rato, presidente de Bankia, que se ha metido en el bolsillo durante 2011 más de 2, 3 millones de euros. Las exageradas gratificaciones del señor Rato se parecen mucho a las que reciben otros banqueros y financieros que sin el menor recato ni vergüenza se siguen adjudicando compensaciones de escándalo, también en época de estrecheces. Lo más preocupante es que lo hagan con un desparpajo indicativo de que esta sociedad está lo suficientemente degradada como para digerir sin inmutarse provocaciones de este tamaño. Por supuesto no están solos, ya que son muchos los ciudadanos de a pie que reconocen sin tapujos que ellos actuarían de forma similar si las circunstancias se lo permitieran. Pensamientos ruines que anidan en todos los colectivos que consienten tales desmanes y que se han convertido en la coartada perfecta para que los de arriba sigan medrando con el mismo entusiasmo de siempre.

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