Periódicos viscerales

El diario La Jornada, que cuenta con buenos reporteros y articulistas, mantiene desde hace años una rompedora línea editorial que impregna muchas de sus páginas y que se mueve casi siempre entre el arrebato y el panfleto. Ha vuelto a ocurrir con ocasión de la actividad de algunas empresas españolas especializadas en energía eólica y que, según el diario mexicano, han desembarcado en la región de Oaxaca para enriquecerse sin miramientos abusando de la buena fe de los indígenas que fueron engañados mediante contratos leoninos para que arrendaran sus tierras a las multinacionales. No voy a ser yo quien defienda desde esta página el comportamiento de las trasnacionales, con independencia de su nacionalidad. Pero de ahí a condenar una actividad empresarial con testimonios empacados para la ocasión, sin el debido contexto, media un gran trecho. Para este diario mexicano que perdió el rumbo hace tiempo y que rezuma en muchas ocasiones un izquierdismo infantil, el 90 por ciento de los azotes que afligen a México desde tiempos inmemoriales, tiene su origen en el extranjero. La responsabilidad del otro diez por ciento de las dolencias, se la reparten por igual la derecha mexicana, los priístas, la iglesia católica, los vende-patrias, el empresariado local, los malinchistas, los malos mexicanos de turno y el largo etcétera de la ignominia nacional. Una lectura obvia, revanchista, que obedece a un nacionalismo atrabiliario y a la que el periódico recurre una y otra vez sabedor de que tiene receptores lo suficientemente predispuestos. Como ocurre en el texto que motiva estas líneas, en el que la autora establece un intoxicador paralelismo entre el ramalazo patriótico, españolista, que impidió que la mexicana Pemex obtuviera un mayor control de la petrolera Repsol, y la facilidad con la que las multinacionales ibéricas operan a sus anchas en el istmo de Tehuantepec a costa de la población autóctona.

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