¡Cuántos disparates quedan impunes!

Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea, acaba de afirmar en una reciente conferencia pronunciada en Barcelona que el modelo de bienestar español es el mejor del mundo. Y lo ha dicho en público, con las grabadoras dispuestas y la audiencia presente, aunque nadie replicó como ya viene siendo costumbre por estos lares.
Se necesita tener las neuronas más que revolucionadas para lanzar una sentencia de ese tamaño sin que le tiemble la voz al hacedor. Hablar ante los micrófonos de modelo paradigmático, con salarios mínimos que apenas superan los 600 euros al mes, cientos de miles de jubilaciones que significan otro tanto para quienes las reciben, un desempleo rampante, medio país malamente hipotecado y una precariedad laboral mayúscula, que se remonta a los años anteriores a la crisis, es un despropósito mastodóntico.
Ciertamente, la sanidad española destaca como una de las mejores del mundo, por su calidad y su cobertura. Pero este dato no se puede extrapolar al resto de un modelo que deja mucho que desear desde antes de que comenzaran a caer chuzos de punta en este país de países. Claro, que hablamos de un socialista de salón, de un genuino representante de la gauche caviar que para rematar la faena se atrevió a elogiar los recortes draconianos del Gobierno autonómico de Artur Mas que están poniendo a temblar a buena parte del colectivo catalán. Eso sí, en un brote de lucidez, el político que se estrelló contra las urnas y que habita en las muy exquisitas alturas europeas, aseguró rotundo que España no saldrá de la crisis sólo con ajustes y austeridad. Brillante.

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