La rendición de los políticos

La rendición de los políticos que ha tenido lugar en Grecia y posteriormente en Italia, donde han sido relevados por tecnócratas a los que no les tiembla el pulso a la hora de los tijeretazos, debería haber hecho saltar todas las alarmas. Efectivamente, el problema de Italia no era Silvio Berlusconi, como ha quedado demostrado con los renovados ataques de los especuladores y otras hierbas a las economías más vulnerables del sur de Europa que todavía no han sido rescatadas. Cierto que el problema tiene nombre; y se llama sistema capitalista en estado salvaje, convenientemente alimentado por los que priman el comportamiento de los mercados, su inigualable cintura para sortear los escollos y restablecer su cauce, y desconfían de la clase política que es la que, con todas sus carencias, sigue representando al más alto nivel a las ciudadanías. En Grecia primero y en Italia después se han producido sendos golpes de Estado técnicos, edulcorados por la grave crisis financiera y que el imaginario colectivo justifica agarrotado por el susto y ante el espejismo de que los tecnócratas son los únicos que tienen la pócima para liderar el regreso a la normalidad, cuando es la rebeldía de los dirigentes elegidos en las urnas la que tiene que prevalecer en estas horas inciertas en las que la política debería someter definitivamente a los mercados y marcar sus derroteros. Si los elegidos no actúan, el territorio social perdido será irrecuperable y los especuladores seguirán meciendo la cuna hasta que vuelque; con todos nosotros dentro.

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