Jueces que no lo son

La magistrada de la Audiencia Nacional Ángela Murillo debería estar desde hace tiempo fuera de las primeras líneas de la judicatura española. Sus salidas de tono durante los procesos que preside suelen ser habituales. Y ahora ha vuelto a las andadas al calificar de “cabrones”, y en sede judicial, a los tres etarras que están siendo juzgados por el asesinato del concejal de Unión del Pueblo Navarro (UPN), José Javier Múgica, en julio de 2001. Ignorando que el micrófono estaba abierto, la magistrada soltó la andanada. Y ahora ha decidido apartarse del caso, tras valorar su intervención como "desafortunada". Evidentemente, un juez no puede exhibirse con estas coletillas propias de una juerga de cantina, ya que con ellas arruina el principio de imparcialidad que tendría que guiar cada uno de sus actos al frente del tribunal. El talante verdulero de la juez ha trascendido de nuevo y, lamentablemente, pone en evidencia la falta de profesionalidad de una justicia que está poblada de empollones que derivaron en incompetentes, como ameritan las múltiples sentencias y apostillas que rozan el disparate y que pulverizan la credibilidad de quienes las pronuncian. Lo hacen sin el menor recato, por cierto. Y no basta con que la juez Murillo haya decidido abstenerse tras su patinazo, porque lo que procede es la sanción de empleo y sueldo.

Comentarios