La necesaria cocción

Siempre he mantenido que Francia es un país bien cocinado y ejemplar en muchos sentidos. Lo vuelve a demostrar con la aparición en escena de Arnaud Montebourg, uno de los candidatos socialistas derrotados en las últimas primarias, pero que alcanzó un honroso tercer puesto a pesar de haberse posicionado a la izquierda de sus colegas y haber reconocido públicamente que votó en contra de la última constitución europea que, lamentablemente, abunda en consignas neoliberales y monetaristas, azuzando la competitividad y alejándose cada vez más de la cohesión social. El surgimiento institucional de personajes como Montebourg, que cuestiona también una globalización en clave capitalista y excluyente y que no es ni mucho menos un subversivo, por lo que algunas de sus proclamas hay que encajarlas con reservas, resulta impensable en partidos como los españoles que adolecen de una avanzada esclerosis, como corresponde a la democracia de baja calidad que hemos pergeñado y que se torna cada vez más visible con la llegada de las vacas flacas.

Comentarios