¿Por qué nos desenchufan de la red?

La conexión gratuita a internet en los edificios públicos y su entorno debería figurar en la cabecera de las prioridades de cualquier país. Permitir el acceso libre e indiscriminado en esos espacios, es un signo evidente de progreso colectivo. Sin embargo, en España se está circulando en sentido opuesto al prohibir a las administraciones que ofrezcan en determinadas áreas wifi gratuito a los usuarios locales, restringiendo con ello el acceso al conocimiento de un porcentaje importante de la población que, ya sea por falta de recursos, disponibilidad de redes o simple comodidad, optan por enchufarse en esas áreas públicas. La decisión se torna mucho más alarmante, porque España es uno de los países con el acceso a internet más caro y más lento de la Unión Europea (UE). La Audiencia Nacional acaba de declarar ilegal la red Biznaga, que permitía a los residentes en Málaga disfrutar gratuitamente del wifi instalado en los edificios municipales de la capital andaluza. Mientras otros Gobiernos liberan espacios para que internet se expanda sin vallas y contamine buenamente a la ciudadanía, aquí mercantilizamos todas las rutas de acceso salvo las que conduzcan a las páginas oficiales del organismo en cuestión, una alternativa muy poco seductora a tenor de la información que se maneja en esos boletines. Incluso en la universidad, concretamente en la Complutense, se ponen trabas a una incorporación generalizada a internet cuando habría que hacer justamente lo contrario: animar a los ciudadanos de cualquier edad y condición a acudir a los centros y espacios públicos para que se zambullan por un buen rato y sin el menor costo en la red de redes.

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