Nos faltan hervores

Hay poca seriedad en este país. Y no sólo se nota en los detalles insignificantes, sino también en los trazos gruesos. El secretario general de Comisiones Obreras (CCOO), Ignacio Fernández Toxo, acaba de reconocer que se equivocó al asegurar que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, les dijo en agosto a los dirigentes sindicales que España había estado al borde del abismo y del rescate financiero. El líder de CCOO mantiene ahora que su confesión, en la que revelaba detalles de la reunión mantenida en Moncloa con el Presidente, fue un desafortunado intento de resumir el fondo del encuentro convocado en una muy delicada situación, según sus propias palabras. Evidentemente, nadie está a salvo del error. Pero una figura pública como Fernández Toxo debe calibrar muy bien sus declaraciones, sobre todo si éstas tienen el empaque de las que le han obligado a rectificar, aunque el desmentido no sirva para atenuar la frecuente irresponsabilidad presidencial de los últimos tiempos. Lamentablemente, no se trata de un hecho aislado. Las personalidades españolas se expresan demasiado a menudo con singular alegría; y cuando creen que están apagados los micrófonos, lo hacen con suma torpeza. He manifestado muchas veces que a este país de países le falta enjundia y le sobra desparpajo, vaya, que entre tanto sobresalto histórico se ha quedado a medio cocer. Y el cotidiano se encarga de suministrarme argumentos a cada rato.

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