Vade retro

La iniciativa de José Luis Rodríguez Zapatero de reformar la Constitución española para poner un techo al déficit público, sólo puede despertar alarma entre la ciudadanía. Sobre todo, si la propuesta cuenta con el respaldo del jefe del Partido Popular (PP) Mariano Rajoy, porque significa que la fiscalización a ultranza de las cuentas públicas es del agrado de los pudientes de este país y, por ende, resultará en menoscabo de la mayoría.
A nadie se le escapa que el proyectado límite para el endeudamiento del Estado pasará por recortar partidas sociales, lo que en un país tan poco acolchonado como éste se traducirá en mayores precariedades y penurias. Los pactos de Estado, como el que está a punto de producirse, nunca se alcanzan por motu proprio. Suelen cuajar más bien en situaciones extremas, cuando la realidad aprieta y los grandes partidos se ven obligados a limar aristas que en otras circunstancias serían infranqueables. En este caso, como en otros muchos, los perdedores serán los de abajo. Y se antoja especialmente grave que esta iniciativa antipopular, provenga de un presidente que lidera un partido socialista. Como dicen en la otra orilla, Rodríguez Zapatero hace tiempo que anda norteado y su mejor baza para el resto de los mortales, a la luz de sus últimas ocurrencias, es que él y su equipo no se muevan un ápice, que permanezcan en estado de letargo hasta que se celebren las elecciones generales del 20 de noviembre.

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