Piñera, al natural

El Presidente de Chile, Sebastián Piñera, es un empresario afincado en la derecha ideológica y que, por lo mismo, responde a los patrones que caracterizan a tan extendido nicho. Su última sentencia no tiene desperdicio: "Todos quisiéramos que la educación, la salud y muchas cosas más fueran gratis para todos. Pero yo quiero recordar que, al fin y al cabo, nada es gratis en esta vida; alguien lo tiene que pagar", precisó luego de las manifestaciones estudiantiles que están teniendo lugar en el país andino en protesta por el deterioro de la enseñanza pública y su progresiva privatización.
Para empezar, la enseñanza pública no es gratuita. Se sufraga, al igual que el resto de las coberturas sociales, con los impuestos que los ciudadanos aportan o deberían aportar en función de sus recursos. Y en ese escenario fiscal, el Estado se encarga de gestionar los ingresos que tiene la obligación de distribuir cabalmente para que las oportunidades se igualen a la alza. Efectivamente señor Piñera, casi nada es gratis en esta vida. El problema de fondo es que no todos, ni mucho menos, están en condiciones de sufragar su estancia en este planeta, ni parten de la misma línea de salida para emprender esa aventura existencial, repleta de éxitos, que la derecha tanto pregona. Y por lo tanto, corresponde al Estado garantizar los mínimos de bienestar a los más desfavorecidos por un sistema endiabladamente discriminador a la hora de seleccionar a los triunfadores. Ni más, ni menos.
Por lo pronto, y más allá de la cháchara presidencial, profesores y estudiantes llevan dos meses poniendo en jaque al Gobierno chileno con sus manifestaciones y un pliego de demandas justicieras que pasan por una educación universitaria gratuita para quienes no pueden costeársela, por un Estado más vigilante de la calidad de la enseñanza y por la puesta en marcha de leyes que impidan que las universidades privadas lucren con su actividad, tal como vienen haciendo a costa de todo el colectivo. Porque poner precio desde el Estado al conocimiento o a la salud, con la consiguiente marginación de los descamisados que en algunos países son legión, constituye una señal inequívoca de desentendimiento político o, dicho de otra forma,  un síntoma de corrupción social.

Comentarios