¿Las verdades del barquero?

No ha dejado el mullido pesebre desde que fungiera como director de los informativos de TVE. En este texto repleto de lugares comunes, falacias, guiños burdos y falto de enjundia, Sopena nos presenta a Pérez Rubalcaba como si fuera un dirigente neonato, ajeno a la política de Estado del Gobierno, sobre todo durante los tres últimos años en los que se ha intentado apagar la crisis que se negó por activa y por pasiva con recetas neoliberales, muy apartadas del espíritu socialdemócrata que presumo que habita en muchos militantes socialistas, eso sí, bastante anónimos. Más allá de las simpatías personales que se puedan profesar hacia Pérez Rubalcaba, el hecho evidente es que ha sido cómplice manifiesto de los tijeretazos y retrocesos sociales que se vienen sucediendo en este país de países desde que entró en barrena.
Y no ha tenido el menor empacho en reconocerlo una y otra vez. Basta ahora con un aviso en clave a la banca, tibio, inofensivo, demagógico, para convertir a Pérez Rubalbaba en líder imprescindible, recuperador de las señas de identidad que él mismo contribuyó a lapidar. Por supuesto, el infatigable Sopena que, evidentemente, está pensando también en las vacas flacas que se le avecinan, aprovecha el tirón mediático que ha generado en un pis pas en su página (nunca mejor dicho) para anunciar de manera ruin el suicidio de IU, el desencanto generalizado entre sus simpatizantes y el inevitable corrimiento de votos hacia esa utilidad puntual que varias veces ha salvado al PSOE de la derrota en las urnas. Hay demasiados estómagos agradecidos en ese partido gubernamental que nunca ha emprendido una purga a fondo, la catarsis necesaria cuando los batacazos obligaban. Pero Sopena, periodista tan orgánico como posibilista, aunque sea un pleonasmo, pertenece a esa tribu que desprecia profundamente todo lo que colea más allá de la izquierda que viste de rigurosa etiqueta y que a veces, sólo a veces, descubre tímidamente sus hombros ante una galería predispuesta.


Enric Sopena, El Plural.-
Cabos sueltos
¿Hay partido? ¡Pues a ganarlo, Alfredo!
 
Llegó la primera advertencia a la banca cuando el otro día, Alfredo Pérez Rubalcaba, a propósito de las hipotecas, les dijo dirigiéndose a los altos jefes del sector bancario las verdades del barquero. 'El Mundo' le soltó de inmediato un varapalo al candidato socialista por sus palabras –por lo demás muy medidas- sobre los excesos de los mandamases financieros.
Como Pedro J. Ramírez, ese ecuánime conservador, se la tiene jugada a Rubalcaba desde hace bastante más de una década, a nadie sorprendió la andanada, pero confirmó que la temperatura política está calentándose a gran velocidad. El editorial del diario mundial salió a defender a los banqueros, describiendo al todavía vicepresidente del Gobierno como un “izquierdista de salón”, según publicamos en ELPLURAL.COM.
Ambiente caldeado
Pero a día que pasa, el ambiente se va caldeando. Rubalcaba ha apretado el acelerador porque sabe que o juega fuerte o poco tendrá que hacer ante el PP, atendidas las circunstancias. Los ciudadanos en general –con los indignados del 15-M de locomotora- no perdonan que, mientras los banqueros se enriquecen  a espuertas,   el dinero parezca atascado a los efectos de la gente de a pie, que lo necesita con angustia.

Adolfo Marsillach
Ahora, Rubalcaba arriesga y trata, entre otras cosas, de recordar al personal que la socialdemocracia existe, aunque los neoliberales empedernidos, de la mano de Esperanza Aguirre, se dediquen a repartirse de antemano  la túnica del crucificado, conforme ya hemos informado a nuestros lectores. Son aves de rapiña que quieren tener la sartén por el mango y el mango, también, como puso de moda –a finales de los años sesenta- el inolvidable Adolfo Marsillach, un socialista de verdad, y no como el tránsfuga Albert Boadella,  con los tecnócratas gobernando en el inicio del tardofranquismo.
La mujer del César
Rubalcaba debe conseguir que el PP y el PSOE –a los ojos de millones de españoles desencantados- no den la impresión de que son iguales.  No sólo el Partido Socialista no ha de ser lo mismo o similar que la derecha, sino además, como la mujer del César, no ha de parecerlo. La presión hacia la banca es legítima e imprescindible. Los banqueros no pueden seguir creídos de que son dioses que azotan a los humanos desde su poder inmenso. Los salarios multimillonarios de los máximos responsables de los bancos constituyen una ominosa afrenta, acentuada sin paliativos, a cuantos sobreviven casi por los pelos en estos tiempos de cólera y de crisis.
El numerito de IU
A Rubalcaba el numerito de Izquierda Unida de Extremadura puede convertírselo, por otra parte, en un regalo singularmente atractivo para el PSOE. Ha sido IU la que se ha puesto ella sola la soga al cuello. ¿Cómo votar a IU, se preguntan muchísimos votantes de la coalición izquierdista, si luego sirven nuestras papeletas para apoyar a la derechona? Se otea, gracias a la peculiar cúpula de IU en Extremadura, la vuelta al voto útil. Le vendría muy bien al PSOE que esto sucediera en las elecciones generales. ¿Hay partido? ¿Sí? ¡Pues a ganarlo, Alfredo!
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM

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